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Durante una epidemia de viruela en algunas...

Del número de agosto de 1975 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Durante una epidemia de viruela en algunas zonas de nuestro país mi hijo contrajo la enfermedad. Un doctor amigo de la familia lo examinó y dijo que su caso era muy grave. Todo su cuerpo mostraba evidencias de la enfermedad. Este doctor amigo tuvo que informar del caso a las autoridades correspondientes en cumplimiento de las leyes relativas a enfermedades contagiosas, pero no le prescribió medicamentos ni tampoco le proporcionó atención médica.

Esto sucedió cuando nuestro hijo aún concurría a una iglesia de otra religión, aunque el resto de la familia, mi esposo, mi hija y yo éramos ya estudiantes de Ciencia Cristiana. Parecía que él no tenía ningún interés en la Ciencia, aunque respetaba nuestros puntos de vista. Sin embargo, cuando le preguntamos si deseaba recibir tratamiento médico, contestó, para gran asombro nuestro, que prefería tener tratamiento de la Ciencia Cristiana y me pidió que lo ayudara con la oración, a lo que consentí.

Trece días después nuestro hijo tenía que ir a tomar unas fotografías en la boda de un amigo. Cuando vio su aspecto en el espejo dudó que podría ir y pensó que sería mejor cancelar la visita. Pero lo convencí de que una curación en Ciencia Cristiana es a la vez rápida y completa, y de que no hay nada que temer, puesto que Dios, el bien, está siempre presente. La Sra. Eddy dice en Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos, pág. 101): “El que busca evidencias en el cuerpo, basa su conclusión en lo mortal, en la imperfección; pero la Ciencia le dice al hombre “Dios tiene todo el poder’ ”.

Leemos en The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany por la Sra. Eddy (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 116): “En épocas de enfermedades contagiosas, los Científicos Cristianos se esfuerzan por elevar su consciencia al verdadero sentido de la omnipotencia de la Vida, la Verdad y el Amor, y la comprensión de esta gran verdad de la Ciencia Cristiana detendrá el contagio”.

A los diez días la curación fue completa. La piel de su cara quedó tan suave como antes. Fue a la boda de su amigo y tomó las fotografías.

Luego de su curación, nuestro hijo nos dijo que había quedado impresionado por las muchas curaciones que habíamos tenido por medio de Ciencia Cristiana y que se había prometido que si él también podía ser curado por ella, trataría seriamente de entender esta religión.

Ahora es estudiante de esta Ciencia, y se ha desempeñado como maestro de la Escuela Dominical, como ujier y como presidente del comité de la juventud y de finanzas de nuestra Sociedad de la Ciencia Cristiana.

Doy gracias al Padre por esta curación y por todas las bendiciones que tanto yo como mi familia hemos recibido a través de los años. Desde lo más profundo de mi corazón doy gracias por Su Hijo, Cristo Jesús, y por la Sra. Eddy que siguió fielmente sus enseñanzas. Estoy también muy agradecida por el privilegio de haber tomado clase de instrucción de un maestro consagrado.


Deseo confirmar el testimonio de mi madre. Estoy también muy agradecido por la Ciencia Cristiana y por todo lo que ha hecho por nuestra familia. La Ciencia Cristiana ha sido el camino de la Vida para mí a partir de esa curación.

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