Durante una visita a Dinamarca en 1933, le presentaron a mi madre la Ciencia Cristiana y comenzó a estudiarla. De regreso a la Argentina dejó de estudiarla pues residía en un lugar donde las comunicaciones eran difíciles y no conocía a ningún otro estudiante de esta Ciencia. Después de la Segunda Guerra Mundial visitó su país natal por segunda vez, y comenzó una vez más a estudiar esta Ciencia. La encontró tan maravillosa que oró para que le fuese posible presentármela a su regreso.
En el ínterin yo había ido a su casa para atender a sus cosas. Estudié con curiosidad un ejemplar del The Christian Science Journal de fecha pasada, y aunque en ese entonces yo no sabía inglés, tuve una vislumbre de lo que es la Ciencia, y decidí que si Dios podía hacer todas esas maravillas, también podía enseñarme inglés a fin de aprender a ayudar a otros mediante la Ciencia. Me llevó tres meses obtener un ejemplar de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Unos meses después mi esposo se vinculó con un ingeniero inglés, y debido a su trabajo vinieron él y su esposa en diferentes ocasiones a vivir con nosotros. Como mi esposo habla inglés, siempre conversaban en inglés, y de este modo aprendí el idioma.
No acepté la Ciencia debido a problemas personales, sino por amor y obediencia a Dios y por amor a la humanidad. Los problemas se fueron presentando según iba progresando en la comprensión de la verdad y de acuerdo con mi preparación para solucionarlos con la Ciencia Cristiana.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!