
Relatos de curación
Yo he sido estudiante de la Christian Science por más de treinta y cinco años y mi honda gratitud me impele a dar este testimonio. Mucho es el bien que he derivado de leer los artículos y testimonios que aparecen en las publicaciones periódicas de la Christian Science.
Diariamente agradezco que se me hayan enseñado a temprana edad los frutos de la obediencia. Mi madre era una Científica Cristiana devota que creía en la fidelidad al Manual de La Iglesia Madre por Mary Baker Eddy, y a los estatutos de nuestra propia iglesia filial.
La Christian Science me ha beneficiado inmensurablemente por muchos años. La primera prueba convincente de su poder para vencer los males físicos fué una curación que experimenté de la enfermedad hereditaria llamada diabetes que se supone sea incurable y de la que falleció mi padre.
Como la mujer de que nos habla la Biblia (Marcos 5), yo había consultado a muchos médicos por varios años sin que pudiera recobrar mi salud sino que antes me ‟iba peor. ” Hace más de treinta y seis años me sometí en Salt Lake City, Utah, a una grave operación quirúrgica que me dejó extenuada y nerviosa a tal grado que tuve que venirme a recuperar en California, y luego se hicieron los arreglos del caso a fin de que reingresara en el hospital de Salt Lake City para que me volvieran a operar.
Hace más de siete años, cuando llegaba casi a octagenario gozando todavía de excelente salud, noté que algo pasaba con mi voz. Enronquecía de vez en cuando.
Si me pusiera a describir cuán admirable cambio ha ocurrido en nuestras vidas desde que fuimos guiados a la Christian Science hace más de treinta años, eso requeriría más espacio del que se asigna a un testimonio. Podemos exclamar jubilosamente con el apóstol (II Corintios 5:17): “He aquí que todas [las cosas] son hechas nuevas.
Yo perdí a temprana edad la fe en las enseñanzas de la religión en que me criaron, y al verme impelida a leer la Biblia por primera vez me sentí tan enaltecida que me dí cuenta de que había encontrado la respuesta a mi afán de hallar a Dios. Sufría yo de un desorden estomacal crónico acompañado de mucha debilidad, estreñimiento y una enfermedad de los nervios que la ciencia médica pronunció heredada e incurable.
Yo no busqué la Christian Science Nombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”.
La Christian Science vino a la vida mía hace cuarenta años, cuando todo parecía muy obscuro para mí. Cuando niño siempre se me consideró delicado de salud, sin que se me permitiera disfrutar de muchas de las actividades propias de los de mi edad.
La Christian Science me interesó desde hace unos veinticinco años, después de haber concurrido a oir la primera conferencia sobre ese tema. Yo no emprendí su estudio a fin de curarme de enfermedad alguna, sino por que buscaba una religión racional.