Pasaba yo por una situación muy difícil cuando en el año de 1923 comencé a interesarme en la Christian Science, a causa de la quiebra de una antigua firma comercial de la que la familia era propietaria y yo estaba al frente del negocio. Tres años de ansiedad me habían convertido en un individuo desagradable a la par que muy agobiado, víctima de muchos achaques. Una afección estomacal que había tenido toda mi vida, complicada con estreñimiento, hemorroides, y jaquecas me ocasionaba dolor continuo. Los muchos remedios materiales que había tomado no me aliviaron ni en lo mínimo. Había tenido dos postraciones nerviosas y sufría de venas varicosas y de hernia, así como de tres enfermedades de los ojos. Además, era un fumador inveterado. Debido al estado en que me hallaba me rehusaron por inhábil para el servicio militar en forma alguna durante la primera guerra mundial.
De la enfermedad del estómago sané instantáneamente con el primer tratamiento que me dió un practicista de la Christian Science. Esto ocurrió durante la semana siguiente al primer servicio religioso a que concurrí en una iglesia filial Científica de Cristo, y la curación ha sido permanente. Las otras afecciones también quedaron curadas pronto después, y se me quitaron las ganas de fumar y de tomar bebidas alcohólicas. Subsecuentemente cinco doctores me examinaron y aprobaron como un riesgo de primer orden para los efectos del seguro sobre la vida.
Sin embargo, todavía me quedaba un agudo problema de falta de recursos a causa de haber perdido mi negocio. Sin ningún negocio y casi sin dinero, tenía que sostener a mis tres hijos que asistían a escuelas particulares y que atender a muchas otras obligaciones. La solución de este problema, y con ella el vencimiento de mi temor de la carestía, vino con mi educación espiritual, durante la cual tuve que abandonar todas mis ideas preconcebidas respecto a la habilidad personal, la influencia de los amigos y la creencia de que un negocio material es la fuente del abastecimiento de fondos, teniendo que aprender a utilizar en cambio las verdades fundamentales que nos da Mary Baker Eddy en “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras.”
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