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Curación de un tumor en la pierna

Del número de mayo de 2018 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Durante más de un año tuve un tumor en la parte baja de una pierna. Al principio no le presté mucha atención, pensando que desaparecería, pero cuando empezó a crecer de tamaño mi preocupación aumentó.

Al pensar en lo que necesitaba corregir, me di cuenta de que estaba cada vez más preocupada por una persona en mi lugar de trabajo, que para mí era grosera y despreciativa. Esta persona comenzó a hacer a diario comentarios que lastimaban mis sentimientos, y hacían que cuestionara mi propia valía. Yo había permitido que pensamientos desagradables acerca de nosotras dos crecieran en mi pensamiento. Era obvio que necesitaba cambiar la opinión que tenía de mí misma, y debía afirmar mi identidad como hija de Dios y que no podía ser afectada por los comentarios ofensivos de ese individuo. Tenía que comprender que esa persona en realidad también fue creada por Dios.

 Lo único que quería era que ese tumor desapareciera, pero me parecía muy difícil entender cómo se produciría. No podía imaginarme cómo sanaría. Leí varias curaciones en el sitio JSH-Online.com. Descubrí que muchas curaciones de problemas similares consistían en cambiar el pensamiento respecto a uno mismo y a otros. Ahora sabía que tenía mucho por hacer. Pero al leer las curaciones de otros, me sentí confiada de que yo también podría sanar.

Un testimonio publicado en el Sentinel (Jill Stucker, “Skin growth gone,” May 11, 2015) me ayudó a entender cuál es el verdadero crecimiento. La autora explicó que el único crecimiento que realmente está ocurriendo es el crecer en gracia, y esto se expresa en “paciencia, mansedumbre, amor y buenas obras” (Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 4).

Me esforzaba todos los días por cumplir mi misión de vigilar mis pensamientos y asegurarme de que eran divinos, e insistía en el hecho de que la creación espiritual de Dios no es defectuosa. Si alguien hacía algo que me irritaba, preocupaba o molestaba, me daba cuenta de lo que estaba pasando y pensaba: “No, ‘una idea espiritual no tiene un solo elemento de error’”. Esto se encuentra en una cita con la que estaba orando: “Una idea espiritual no tiene un solo elemento de error, y esta verdad elimina debidamente todo lo que es nocivo” (Ciencia y Salud, pág. 463).

El hombre de Dios es amoroso, bondadoso, inteligente, ordenado y bueno. La disciplina mental se estaba entretejiendo con las actividades de mi día. Se volvió claro como el cristal que, si eliminaba del pensamiento lo que era ofensivo, el tumor desaparecería como consecuencia natural de tener continuamente pensamientos divinos.

No recuerdo cuándo desapareció, pero gradualmente el tumor fue disminuyendo de tamaño. Al volver mi pensamiento hacia Dios y Su creación perfecta, empecé a sentirme menos irritada, y los feos pensamientos que tenía acerca de la persona en el trabajo, empezaron a desaparecer. De pronto, pareció como que el peso de lidiar con ella se esfumó, y mi forma de pensar acerca de esa persona disminuyó considerablemente. Mis pensamientos se volvieron hacia el Espíritu en todas mis actividades diarias. Otra declaración con la que oré fue esta: “A medida que los mortales obtengan perspectivas más correctas de Dios y del hombre, innumerables objetos de la creación, que antes eran invisibles, se volverán visibles” (Ciencia y Salud, pág. 264).

Al continuar orando para poder conocer mi verdadera valía y mérito como hija perfecta de Dios, la discordancia que estaba viendo en la oficina ya no me distraía tanto. Pocos meses después, el tumor desapareció por completo y lo único que quedó fue un parche de piel nueva rosada. ¡Salté de alegría! Siento que obtuve una nueva perspectiva sanadora que limpió mi pensamiento de impurezas. Y comencé a disfrutar más de mi lugar de trabajo.

Esta curación completa ocurrió hace más de un año, y el tumor no ha vuelto a manifestarse. Estoy muy agradecida por las verdades que nos da la Ciencia Cristiana, las cuales a su vez nos fortalecen y traen curación a nuestra vida.

Katharine Meier 
Redondo Beach, California, EE.UU.

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