
Relatos de curación
Antes de conocer la Ciencia Cristiana, hace ya más de 20 años, yo sufría de muchas enfermedades: tenía un problema grave en los ojos, dolores de espalda, reumatismo y constipación crónica. A menudo lloraba debido a mi situación, preguntándome si mi vida sería mejor algún día.
La epidemia de enterohemorragia por E. coli (EHEC) fue muy seria en Alemania el año pasado.
Estaba embarazada de siete meses cuando oré para tener mi primera curación física. Esto ocurrió hace aproximadamente 34 años.
Cuando comencé a estudiar la Ciencia Cristiana, sólo aplicaba sus enseñanzas para resolver problemas económicos, tensiones en las relaciones, es decir, en aspectos de mi vida que no tenían nada que ver con la salud
Durante toda mi niñez tuve dolores de cabeza crónicos. Sufría con tanta frecuencia que no podía pasar un mes sin tomar medicinas para calmar el dolor.
Hace unos años, sufrí un accidente de tránsito en el que recibí graves lesiones, incluyendo fractura de la columna vertebral y un fuerte golpe en la cabeza. A consecuencia de esto me inmovilizaron la columna con un yeso en el pecho y espalda durante 30 días.
Al poco tiempo de conocer la Ciencia Cristiana, tuve un disgusto grande en mi matrimonio y enfermé gravemente. Perdí el apetito y en poco tiempo comencé a tener una gran debilidad; llegué a pesar 43 kilos.
Un día, al tomar un ómnibus que venía lleno, puse el pie en el estribo antes de agarrarme, y cuando arrancó de repente, fui despedida y caí al pavimento. De ahí en adelante no recuerdo nada más, pues perdí el conocimiento.
Cuando comencé a estudiar la Ciencia Cristiana estaba viviendo una situación difícil. Mi esposo y yo nos habíamos divorciado; nuestro hijo vivía con él y había empezado a tomar drogas.
Unos años antes de conocer la Ciencia Cristiana, los médicos me diagnosticaron artritis y artrosis, además de otros problemas relacionados con el sistema óseo. Como los dolores eran muy intensos, tomaba una cantidad excesiva de medicinas.