Relatos de curación
Durante varios años estuve sufriendo de sobrepeso. Hice numerosas dietas, gasté mucho dinero y me sentía muy deprimida porque nada funcionaba.
Un sábado por la tarde, nuestro hijo adolescente salió a correr por el bosque cercano al colegio donde estudia como interno. Llevaba puestos unos shorts y una camiseta.
Me gusta mucho la manera de orar en la Ciencia Cristiana porque no empezamos con el problema, sino con Dios. Cuando logramos cambiar nuestro pensamiento y percibimos la perfección de Su creación, la condición, cualquiera sea, desaparece.
Cuando conocí el libro Ciencia y Salud, hacía ya un tiempo que estaba tomando hormonas que los médicos me habían recetado para la tiroides. También sufría de fuertes dolores de cabeza.
Después de haber pasado por varias situaciones difíciles en mi vida, como el fallecimiento de mi padre y un divorcio después de años de casada, viendo que una querida tía siempre se veía bien, un día le pedí que me hablara de la Ciencia Cristiana. Cuando me prestó el libro Ciencia y Salud, su lectura empezó a cambiar mi forma de pensar y sin esfuerzo alguno me conquistó para siempre.
Según los médicos, yo hacía muchos años que sufría de una alteración en la glándula tiroides que ignoraba que tenía hasta que se presentaron los síntomas. Fue una etapa muy difícil de mi vida pues me afectaba principalmente los nervios.
Yo tenía 20 años cuando conocí el libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. Siempre había tenido a Cristo en mi corazón, así que muy pronto este libro y la Biblia se convirtieron en mi consulta diaria, donde encontraba las respuestas a mis necesidades.
Yo era una mujer fuerte de 62 años, y estaba encargada de la limpieza de uno de los pisos en un asilo de ancianos. Era un trabajo muy duro, pero lograba hacerlo.
Hace trece años, antes de conocer la Ciencia Cristiana, me diagnosticaron que tenía lupus, enfermedad inflamatoria crónica que produce reacciones inmunológicas. Ya hacía mucho tiempo que estaba tomando medicamentos porque tenía presión sanguínea alta.
Canto profesionalmente desde hace más de diez años. Un día, se me presentó la oportunidad de ocupar una plaza en uno de los mejores coros del país, y, cuando me hicieron la prueba, la directora me señaló que me notaba la voz un poco agotada.