Relatos de curación
Antes de conocer la Ciencia Cristiana yo sufría de dolores en las articulaciones, sobre todo en los hombros y en las caderas. Cuando el médico me dijo que tenía principio de artrosis me sentímuy angustiada pensando que no podría caminar ni trabajar.
Conocí la Ciencia Cristiana poco después de que mi esposo abandonó el hogar, dejándome sin ninguna ayuda económica y con 8 hijos: la mayor tenía 14 años y el más pequeño menos de un año. En mi búsqueda de ayuda encontré estas palabras alentadoras en la Biblia: "Tu marido es tu hacedor, Jehová de los Ejércitos es su nombre.
Soy bailarina y actriz. Cuando un dolor en la cadera y una pierna comenzó a imposibilitarme toda movilidad, me sentí desesperada.
Tuve una niñez llena de amor, aunque veía a mi madre sólo una vez por semana. Ella para poder ir a trabajar me había puesto al cuidado de un matrimonio mayor y su hija.
En medio de un divorcio que me había llenado de temor y resentimiento, hace 20 años conocí la Ciencia Cristiana. Tenía dos niños pequeños que mantener, y la situación había empezado a afectarme físicamente.
En una oportunidad, pasaron unas amigas a recogerme en su automóvil para ir a hacer unas compras. Yo les pedí que me llevaran primero a casa de otra amiga porque necesitaba entregarle algo.
Hace poco estábamos mi hermana y yo comiendo pescado en un restaurante en la playa, cuando de pronto sentí que se me había clavado una espina en el fondo de la lengua. Incluso en la garganta notaba el pinchazo.
Una mañana, hace unos años, me fui a afeitar y noté que tenía la mitad izquierda de la cara paralizada y el ojo un poco deformado. Durante el día, la condición parecía agravarse y una compañera de trabajo me dijo que tenía una parálisis facial y que debía ver a un médico.
Hace unos años, comencé a tener fuertes dolores de cabeza, junto con un estado de desánimo y apatía, y de una gran depresión. Lo único que quería era estar en mi cama, a oscuras, sin hablar con nadie.
Hace un par de veranos pasamos unos días con mi esposo en casa de mi mamá, en su parcela en el sur de Chile, a escasos kilómetros del pueblo de Santa Bárbara. Un día decidimos salir de paseo junto a mis tres sobrinos de 18, 13 y 9 años y nos adentramos en una zona cercana a la cordillera donde habitan comunidades indígenas.