Relatos de curación
Hace Unos meses estaba paseando en bicicleta por la ciudad junto a mi mamá cuando, al intentar bajar, tropecé y caí con fuerza golpeándome la cara contra el hormigón de la calle. Tuve muchísimo miedo porque pude oír cómo se quebraban los huesos, y la nariz comenzó a sangrar de inmediato, tanto por fuera como por dentro, debido a las heridas.
“¡Iba volando y no me podía detener!” Una tarde, mi prima Mónica y yo fuimos a patinar cerca de mi casa. De pronto nos encontramos con una enorme bajada.
Hace dos años me fui de viaje, mochila al hombro, con mi papá a California. Fue fantástico.
Hace Ya Diez años que estudio la Christian Science, y estoy agradecida por muchas curaciones que he tenido. Pero lo que más agradezco es saber que Dios, el Amor divino, está siempre presente.
Cuando Empecé a estudiar la Christian Science me sentía muy entusiasmada, porque percibí que era un mensaje de Dios para la humanidad. Empecé a asistir a los servicios religiosos en la iglesia y una noche escuché un testimonio precioso que me llevó a pensar que Dios también me podía sanar a mí.
Durante la Primera Guerra Mundial, mi padre fue dado de baja en el ejército por que, al explotar una bomba, se le había roto un tímpano y estaba imposibilitado para mantenerse en servicio. Pasó los años siguientes probando cuanto tratamiento médico y cuanto medicamento podía encontrar para curarse, pero todo fue en vano.
Un día fui a que me tiñeran el cabello, como lo he hecho desde hace años. Cuando el peluquero me puso la tintura, sentí que me quemaba el cuero cabelludo.
Una mañana cuando me levanté, me quedé horrorizada al verme en el espejo. Tenía el rostro totalmente desfigurado.
Soy corredor de maratón. A principios del año pasado comenzó a dolerme un pie en forma continua, lo que me ocasionaba dificultades para correr.
Una noche llegué a casa de la universidad y me serví la comida como hago habitualmente. Mientras comía sentí como si me cortaran la garganta.