Aunque no hablábamos el mismo idioma, eso no impidió que unos muchachitos curiosos rieran y saltaran a mi alrededor mientras atravesaba el centro de la ciudad. Cuando regresé por el mismo camino, habían desaparecido. Pero después de recorrer una corta distancia, sentí una pequeña mano a cada lado que silenciosamente se deslizaba en la mía. Caminamos de regreso, sonriendo, en completo silencio, mano en mano. Al terminar nuestra caminata, se apartaron con risitas entrecortadas, gritando “Goodbye!”; una de las pocas palabras en inglés que sabían.
El amor de Dios por nosotros desborda, abriendo nuestros corazones para que nos amemos unos a otros. El recuerdo de este encuentro me hizo pensar que las innumerables vislumbres de amor que reflejan el amor de Dios ocurren todos los días. El amor infinito de Dios es universal, totalmente supremo sobre todo, y la relación directa de cada persona con Dios nos brinda algo que tenemos en común unos con otros, cualquiera sea el idioma, la raza o la cultura. Mary Baker Eddy escribe en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “ ‘Dios es Todo-en-todo’, y la luz del Amor siempre presente ilumina el universo. De ahí la eterna maravilla, que el espacio infinito está poblado con las ideas de Dios, que Lo reflejan en incontables formas espirituales” (pág. 503).
Estas “incontables formas espirituales” incluyen una diversidad infinita de maneras en que se expresan todas las cualidades espirituales, tales como alegría, inteligencia y compasión. El pensamiento, elevado por el amor imparcial y universal de Dios, no siente temor ni se siente un extraño.
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