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Es con humilde gratitud hacia Dios, por Sus maravillosas bendiciones...

Del número de julio de 1946 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Es con humilde gratitud hacia Dios, por Sus maravillosas bendiciones, que envío este testimonio.

Durante largo tiempo padecí de várices y unos meses antes de que tuve conocimiento de la Christian Science, unas úlceras aparecieron en mi pierna. Aquella vez recibí atención médica y temporalmente fuí curada.

Poco tiempo después de que la Christian Science me fué presentada, dicha enfermedad reapareció en forma más agraviada, en las dos piernas. Al principio me espanté y pasé unos días muy negros. Sentía mucha gratitud por la ayuda cariñosa que recibí de practicistas y amigos, sin la cual creo que no hubiera tenido la fuerza para continuar luchando durante los angustiosos meses que siguieron.

Cierta noche, al despertarme, estas palabras se me presentaron con mucha claridad: "¿Por qué preocuparte? ¡Sabes que estás libre!" Desde ese momento en adelante adquirí tal liberación, que me fué posible dominar mucho malestar, y aun comencé de nuevo a pasear en bicicleta, cosa que no había hecho en casi veinte años. Sin embargo, los vestigios exteriores parecían persistir. Tenía que aprender mucho y corregir muchos defectos en mi carácter, antes de estar preparada para la curación completa. La conmiseración propia y el miedo, parecían los obstáculos mas difíciles de vencer, de manera que después de cierto tiempo de nuevo busqué la ayuda de una practicista la que, como siempre sucedía, me fué proporcionada cariñosamente. La practicista insistío en que dejara por completo de tomar en cuenta el estado material y que dependiera del todo en Dios para mi ayuda, puesto que Su idea espiritual no incluye la materia. En unas cuantas semanas la enfermedad fué curada completamente, y tal como en el caso de Moisés, "hela aquí vuelta como lo demás de [mi] carne."

Nuestra familia ha tenido el privilegio de ver y experimentar muchas curaciones por la Christian Science, incluyendo aquellas de quemaduras, resfríos, influenza, un tobillo torcido, y catarro crónico; por todas estas curaciones estamos continuamente agradecidos. Pero el privilegio mayor de todos lo constituye el poder aprender más de la Christian Science. Estoy muy agradecida por ser miembro de La Iglesia Madre, y de una de sus sucursales, así como por participar en las activades que nuestra inspirada Guía instituyó para nosotros. Nunca podré manifestar suficiente gratitud por la revelación maravillosa que nos ha dado y por el entendimiento creciente que la Christian Science nos da de las palabras y las obras de nuestro Mostrador del camino, Cristo Jesús.

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