Es con profunda gratitud a Dios y a la señora Eddy que deseo expresar mi agradecimiento por lo que la Christian Science ha hecho en mi favor. Estuve enferma por un año y diez meses. El primer doctor que consulté dijo que necesitaba tomarme una radiografía, hecho lo cual, aparecieron las señales de osteoartritis de la columna vertebral y los hombros. El doctor aconsejó tratamiento en mi hogar y después en un balneario de aguas minerales. A mi regreso del balneario empeoré, teniéndo en mi pensamiento la imagen vivida de los inválidos y lisiados, lo cual sin duda me debilitó considerablemente. Entonces consulté a otro doctor quien dijo que mi corazón estaba alargado, mis riñones en mal estado y mi presión arterial muy alta. Le dijo a mi esposo que yo podía morir de un momento a otro y le aconsejó que no se ausentara de la casa. Mi esposo consultó otro especialista quien dijo que si yo perseveraba por cuatro años, quizás me recuperaría. Para entonces yo había abandonado toda esperanza de alivio; en total tuve diez doctores, incluyendo un masagista.
Poco tiempo después me visitó una parienta y me contó que ella había sido sanada de una larga enfermedad, por medio de la Christian Science, y en seguida resolví asistir a una de las reuniones testimoniales de la Christian Science que se celebran los miércoles por la noche. No me causó mucha impresión, pues parecía como si hubiese perdido la facultad de pensar y por consiguiente decidí pedir ayuda de una practicista. Después del segundo tratamiento me sentí reanimada y hasta mi familia comentaba sobre el cambio operado en mí. No acudí a la iglesia otra vez sino hasta que fuí completamente curada, pero leí y estudié diariamente, con la practicista.
Había estado en una condición lamentable y jamás olvidaré el sublime momento cuando me percaté de que estaba curada; mis achaques habían desaparecido y mis temores fueron destruídos. Esta curación tuvo lugar hace cinco años y ha sido permanente.
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