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Perdón verdadero

Del número de julio de 1946 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En su Message to The Mother Church for 1902 (Mensaje a La Iglesia Madre para 1902), Mary Baker Eddy escribe en la página 19: "El Científico Cristiano no guarda rencor; él sabe que eso le haría más daño que toda la maldad de sus enemigos. Hermanos, perdonemos nosotros, tal y como perdonó Jesús."

Ahora preguntémonos: ¿Estamos abrigando rencor, resentimiento o injusticia, en lo que se refiere a las condiciones o relaciones familiares, comerciales, sociales, nacionales o internacionales? ¿Estamos guardando o reteniendo resentimiento, odio, un sentido de injusticia, conmiseración propia, desencanto, temor o remordimiento, en lo que se refiere a persona alguna o condición, tocante a nuestros asuntos particulares o a los asuntos mundiales? Si es así, entonces debemos recordar la declaración de nuestra Guía, en el sentido de que tal actitud nos hará más daño que toda la maldad de nuestros enemigos.

La señora Eddy nos aconseja perdonar, tal y como lo hizo Cristo Jesús. Y la oración que él nos dió incluye estas bellas palabras: "Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores."

El perdonar significa abandonar algo; reemplazar el resentimiento con el amor; extirpar el odio de nuestros corazones, para llenarlos con amor; reemplazar un concepto falso con uno verídico; abandonar el mal por el bien. El perdonar no depende de persona alguna, fuera de nosotros mismos. Consiste en adquirir la conciencia saludable del Amor, que es posible para todos y cada uno de nosotros, ahora y siempre.

La crítica personal es un defecto que posiblemente bien pocos de nosotros hemos abandonado por completo. Las sugestiones persistentes de la mente mortal facilitan, para el que las acepte, el ver las personas que le rodean, como mortales imperfectos. Y este tipo de crítica, que obstruye el concepto acerca de nuestro hermano, como la expresión individual de Dios, muchas veces va acompañado de amargura, desencanto, cinismo, falsa ambición o enfado. La crítica no va dirigida a nuestro hermano, sino contra la falsa idea acerca de nuestro hermano, que consentimos en retener.

Quien admite pensamientos de crítica en contra de otros, está admitiendo la creencia de que les falta alguna cualidad o recurso. De ahí que quien critique, ha aceptado en su propia conciencia el concepto de escasez. Salvo que dicho concepto sea corregido, él mismo podrá poner de manifiesto la misma creencia, en alguna forma. ¿No hemos todos visto ejemplos de esto en nuestras relaciones con nuestros semejantes? A veces encontramos un individuo que virtualmente borda en la pobreza,—decepcionado, criticón, desencantado y generalmente convencido de que alguien o alguna circunstancia, fuera de su alcance, es la causa de su miseria.

Sin embargo, la pobreza y la escasez, la depresión y la soledad, no son circunstancias que vienen del exterior. Son mentiras de la mente mortal, aceptadas por el individuo que las manifiesta.

Con frecuencia oímos relatar alguna circunstancia discordante, por la que la mente carnal ha sido responsable; mas debiéramos preguntar también: "¿Pero, quien la ha aceptado?" La gratitud jamás acompaña al pensamiento crítico, deprimido o afligido con la escasez. Cuando la gratitud entra, las circunstancias discordantes se desvanecen, porque la gratitud es el resultado del reconocimiento y aceptación de la unidad del individuo con el Amor divino. Así se une a la paz y la abundancia. Reconociendo la importancia de esta cualidad espiritual, en el Artículo XVII, Sección 2 del Manual of The Mother Church (Manual de La Iglesia Madre) la señora Eddy ha escrito como sigue: "La gratitud y el amor deberían existir en todo corazón, cada día de todos los años."

Un joven soldado, en uno de nuestros campamentos del ejército, sufrió tal lesión en un dedo que casi se le desprendió de la mano. Bajo el cuidado de los médicos del hospital militar, el dedo empezó a sanar, pero estaba doblado y no podía enderezarlo. En tal virtud, los médicos practicaron nueva operación, cortando los tejidos que lo doblaban. Por segunda vez el dedo empezó a sanar, pero en la misma postura doblada.

La madre del jóven llegó al campamento y llamó al Ministro habilitado de la Christian Science, que oficiaba allí. Este descubrió que los pensamientos del jóven estaban retorcidos por el odio, el resentimiento y la discordancia. Tan pronto como este estado de cosas fué revelado al paciente, éste pidió que se le ayudara con tratamiento mental de la Christian Science, a la mañana siguiente.

Cuando el Ministro aludido visitó de nuevo el hospital, el muchacho le mostró que su dedo había empezado a sanar normalmente, en su correcta posición, y expresó su gratitud por el tratamiento recibido. De manera cariñosa se le indicó que la curación se efectuó cuando el error en su pensamiento había sido descubierto y extirpado.

¡Cuán verídica es la declaración: "Más que toda cosa guardada, guarda tu mismo corazón; porque manan de él las resultas de la vida"!

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