Cuán inapreciable consuelo y seguridad recibe quien se compenetra del tierno mensaje que nos brinda Mary Baker Eddy en su poema titulado: "La oración vespertina de la madre" (Poemas, página 4):
"Amor, refugio nuestro; no he de creer
El lazo que nos pueda hacer caer;
Aquí está la morada del Señor,
Su brazo nos circunda con amor."
¿Y acaso no nos imparten estas palabras el mismo amor protector, maternal de Dios, que el Salmista reveló cuando dijo: "Con sus plumas te cubrirá y debajo de sus alas te refugiarás"?
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