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Han pasado muchos años desde que apareció mi primer testimonio de...

Del número de julio de 1946 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Han pasado muchos años desde que apareció mi primer testimonio de gratitud y curación en el Christian Science Sentinel. Me siento con deseos de dar las gracias de nuevo a Dios y a nuestra venerada Guía, Mary Baker Eddy. El hecho de que aparezca este testimonio, es una prueba de la permanencia y las características perdurables de una curación lograda mediante la demostración del Cristo, la Verdad.

La Christian Science me encontró después de haber sufrido, durante diez años, ataques severos de apendicitis, piedras en la vejiga y diabetes. Varios médicos y especialistas habían informado a mi familia que ya no podían hacer más por mí. Mediante la ayuda cariñosa y el entendimiento claro de un practicista de la Christian Science, mi curación rué completa.

Desde entonces, hace más de veinticinco años, la Christian Science ha sido mi único médico y no he vuelto a sufrir ninguna de esas enfermedades. Constantemente aumenta mi agradecimiento por las pruebas innumerables del poder protector y curativo de la Christian Science. He encontrado que esta Ciencia del Cristo opera en forma práctica y demostrable, no solamente en la curación de enfermedades, sino en la resolución de muchos problemas relacionados con mis actividades en el colegio y en años posteriores, en mis negocios.

Cierto miércoles de noche, ofrecí un testimonio en una iglesia sucursal, acerca de un incidente que tuve cuando jugaba futbol en el colegio. Durante el encuentro, me tuvieron que sacar del campo en una camilla. Aparentemente mi cuello se había dislocado y como consecuencia mi cabeza yacía sobre mi hombro. Después de que me quitaron el uniforme, lo que tuvieron que hacer a pedazos, y mientras que aún estaba en el cuarto vestidor, pedí que me diese un tratamiento a la manera de la Christian Science.

Se telefoneó inmediatamente a un practicista y el tratamiento comenzó. Tengo mucho gusto en hacer constar que los oficiales del colegio no insistieron en darme tratamiento médico. Casi inmediatamente acontecío una prueba maravillosa de la cirugía mental, pues mi cuello, al cabo de dos horas, saltó a su posición normal, sin haber sido tocado por mano humana alguna.

Aquel mismo miércoles, después de la reunión antedicha, se me acercó en la iglesia un hombre a quien no había visto en más de veinte años, y me dijo: "Me interesó muchísimo su testimonio, puesto que aquel día yo jugaba a su lado, en el encuentro de futbol. Yo ví como se curó y me he acordado del incidente muchas veces durante los años transcurridos, porque fué una prueba potente para mí, del poder curativo de la Christian Science."

Las palabras nunca bastarán para expresar toda la gratitud que yo siento por la paz, amor y entendimiento espiritual que han llenado mi vida, mediante el estudio y la aplicación de la Christian Science.

Al escribir esto, recuerdo un incidente más reciente, que para mí resalta como una prueba de la declaración de la señora Eddy que se encuentra en la página 120 del libro de texto de la Christian Science, Science and Health (Ciencia y Salud): "La Ciencia invierte el falso testimonio de los sentidos corporales, y por esta inversión los mortales llegan a conocer los hechos fundamentales del ser." Durante todo un día y parte de la noche, tuve un dolor de muelas tan intenso, que se me inflamó la boca al grado de que no podía comer, por el dolor tan fuerte que sentía al hacer la menor presión sobre ese lado de la mandíbula. Llamé a un dentista y solicité una cita para la misma noche, pero me dijo no poder recibirme hasta el día siguiente. Expliqué el caso al dentista y me contestó que sin duda el dolor era causado por un abceso en la raíz de la muela y que ésta tendría que ser extraída.

Comprendí que debería comenzar aquella misma noche a probar mi entendimiento de la Christian Science o no dormiría nada, pues no disminuía el dolor, y además, no deseaba perder la muela. Pedí a mi esposa que me ayudase. Comenzamos el trabajo, declarando oralmente la verdad y entendiendo que no existe poder alguno en el diagnóstico de la materia médica. Comprendimos, también, que a pesar de lo que aparecía como el testimonio del sentido material, éste no era real ni verdadero y en consecuencia no había cosa que temer. Según íbamos trabajando en este sentido, el dolor disminuía y al fin traté de dormir. Nada supe, hasta que amaneció el día siguiente.

El dentista comenzó por tomar una radiografía. Minutos después salió con la placa y dijo que no mostraba defecto alguno. El dentista tenía algún conocimiento de la Christian Science y sabiendo que yo era estudiante de la Christian Science me dijo: "La dificultad ha sido curada completamente. Nada hay que yo pueda hecer." Aquella curación aconteció hace varios años y siento agradecimiento al decir que la muela nunca me ha molestado desde entonces.

Entre las muchas cosas que la Christian Science me ha proporcionado, y que estimo y atesoro con mayor entusiasmo, figuran el privilegio de ser miembro, tanto de La Iglesia Madre como de una de sus sucursales y también el crecimiento espiritual que he adquirido, mediante la instrucción en una clase autorizada de la Christian Science.

Es por la gratitud que siento a Dios, por todo el bien que he recibido por conducto de la Christian Science, que he escrito este testimonio y deseo agregar mi agradecimiento profundo a la señora Eddy, por haber puesto a disposición de toda la humanidad su descubrimiento espiritual de esta Ciencia.—

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