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"Un hombre es un hombre, a pesar de todo"

Del número de julio de 1946 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La bien conocida expresión del poeta Robert Burns, es el tema de un notable párrafo contenido en la página 172 de Science and Health with Key to the Scriptures (Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras). Mary Baker Eddy, la inspirada autora de esta obra, allí escribe: "¿Qué es el hombre? ¿Es cerebro, corazón, sangre, huesos, y demás,—la estructura material? Si el hombre real está en el cuerpo material, le quitamos una parte al hombre cuando le amputamos un miembro; el cirujano destruye su estado de hombre y los gusanos la aniquilan. Pero la pérdida de un miembro o la lesión de un tejido, a menudo aviva en el hombre sus mejores cualidades; y el lisiado infortunado tal vez demuestre más nobleza de carácter que el membrudo atleta,—enseñándonos por su impedimento mismo, que 'un hombre es un hombre, a pesar de todo.'"

Desde las zonas de guerra del mundo vuelven muchos veteranos, mostrando las cicatrices del combate. Suponed que encuentro a un antiguo amigo, un soldado que ha sido severamente herido y que camina con una pierna artificial. ¿Podría yo acaso ser tentado para pensar, ¡pues aquí vienen las tres cuartas partes de mi amigo!? O si encontrara a otro, aún más infortunadamente maltrecho, ¿podría referirme a él como lo que queda de mi amigo? Seguramente que nó. ¿Pues entonces, justamente qué es lo que reconozco como mi amigo, como el individuo que he conocido y aprendido a querer? ¿No es que paso inmediatamente al reinado de la conciencia? La naturaleza de mi amigo o de mi amiga, la identidad de él o de ella jamás ha estado a merced de o subordinada a un cuerpo material. Este cuerpo es completamente mental—aún lo que nos place llamar el concepto material del hombre. Pero el hombre que Dios conoce, no es la creación del pensamiento mortal. El procede de y tiene su ser en la Mente divina. Su cuerpo, su substancia, su identidad, es el reflejo del Espíritu indestructible, y a pesar de lo que el sentido corporal pueda decir en contrario, nada puede suceder a ese hombre, que no haya sucedido primero a su Padre, Dios.

¡Por consiguiente, con qué valor puede marchar adelante el guerrero cristianamente científico, que presente huellas de mutilación! Que lea las páginas 260 y 261 del libro Science and Health y aprenda esa tan necesaria lección de apartar la vista del concepto material del cuerpo, y fijarla en los hechos espirituales relativos a la Mente y su expresión inalterable. En primer lugar, que se vuelva contra el más sutil y plausible de los enemigos, la conmiseración propia y rehuse aceptar su peligroso derrotismo. Que aplaste las sugestiones venenosas de resentimiento y amargura, como lo haría con mortíferas serpientes. Mutilado de veras es aquel cuya mentalidad está deformada por el rencor irreprimido.

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