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Que la Christian Science cura, rápida y permanentemente, he comprobado...

Del número de julio de 1946 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Que la Christian Science cura, rápida y permanentemente, he comprobado bien en mi propia experiencia.

Cuando aún era un adolescente, sufrí a causa de defectos en la vista. Después de seis meses de cuidado y tratamiento en un hospital, que terminaron con un examen rígido, me informó uno de los mejores especialistas de Inglaterra que podría hacerse muy poco en mi favor, para evitar la pérdida completa de mi vista; que posiblemente se podría demorar un poco ese resultado fatal, mediante el empleo de anteojos, cada vez más fuertes, pero que ellos nada podrían hacer para corregir la deficiencia y se me asignó un período máximo de tres años, como el límite en que podría gozar de la vista.

Ante mi mente perturbada, el futuro se presentaba muy negro y sin esperanza. Mediante ese veredicto, todos mis deseos, ambiciones y aspiraciones parecían aplastados por el peso de una calamidad arrolladora. En mi abatimiento, ni siquiera podía volverme a Dios, porque no obstante haberme criado en un hogar religioso, donde me enseñaron que Dios es el autor del pecado, la enfermedad y la muerte, jamás acepté dicha doctrina por completo. La investigación que hice de las bases de otras sectas religiosas, no me proporcionó mayor confianza, por lo cual dejé de concurrir a la iglesia.

Sin embargo, allá en lo más profundo de mi conciencia, abrigaba el anhelo de encontrar un Dios a quien pudiera confiar lo más íntimo de mis pensamientos, un Padre que consolase y aconsejase a Sus hijos, en vez de aflijirlos y castigarlos. El grito de Job: "¡Oh quién me diera el saber donde poder hallarle!", tuvo eco en mi corazón. Mi plegaria recibió respuesta, pues al cabo de tres meses de la fecha del veredicto médico, la Christian Science me fúe presentada.

En el primer culto de la Christian Science a que concurrí, comprendí que había encontrado el Dios que buscaba—un Dios que es Padre-Madre amoroso; que envía únicamente el bien a Sus hijos y cuyo oído está atento a su llamado. Adquirí el libro de texto de la Christian Science, Science andHealth with Key to the Scriptures (Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras), por Mary Baker Eddy y lo leí ávidamente hasta el último capítulo titulado "Fruitage" (Los Frutos). Hasta ese momento, el problema de la curación de mi vista, ni siquiera se me había ocurrido, pero al leer los testimonios de gratitud que ese capítulo contiene, me llamó la atención uno en que la autora manifestó que la lectura del libro de texto hizo que dejara de usar los anteojos que durante diez y seis años había utilizado. Me causó ten honda impresión que, casi sin notarlo, me quité los anteojos y así terminó aquel difícil problema.

Esa curación ha sido de carácter permanente, no obstante los muchos cambios de circunstancias y ambiente que he tenido, los que incluyen mi llegada a residir en los Estados Unidos del Norte y el afiliarme a una de las organizaciones de la Defensa Civil, para conseguir lo cual fué necesario que me hicieran, en ambos casos, un examen minucioso de la vista.

Cuando, por medio de las enseñanzas de la Christian Science, se me reveló lo que Dios realmente es, la obscuridad mental—la creencia en la ausencia de Dios, el bien—fué extirpada y me fué restaurada la vista.

La Christian Science me ha dado una mejor comprensión de Dios, como Principio divino, y de la relación verdadera que existe entre el hombre y El, de la que anteriormente había considerado posible; mientras que la Biblia, que no era en realidad un libro del todo ignorado por mí, antes de aquella facha, se ha convertido en mi guía inseparable, mediante la iluminación de su contenido que proporciona el libro de texto de la Christian Science. Mi vida ha sido transformada de la desdicha e inutilidad, a la más gozosa actividad.

Agradezco el ser miembro de La Iglesia Madre; el privilegio de haber tomado un curso de instrucción en la Christian Science, así como todas las demás actividades de nuestra Causa. Las palabras son insuficientes para expresar mi más profunda gratitud y reverencia para nuestra amada Guía, la señora Eddy, como la reveladora espiritual de Dios y de Cristo Jesús, para nuestra época, pero sé que mi gratitud hacia Dios será probada en la proporción en que viva en obediencia a la verdad que ella enseño y vivió y que con toda certeza nos liberta.

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