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El Amor es el libertador

[De especial interés para la juventud]

Del número de julio de 1947 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El Científico Cristiano sabe que si Daniel hubiera reconocido cualquier poder o presencia más que la omnipotencia y omnipresencia del Amor divino, no hubiese sido protegido de una manera tan extraordinaria al verse enfrentado con los celos y el odio de la mente carnal.

Una criatura que había sido Científica Cristiana desde su tierna infancia, y que había conocido la influencia del Amor divino en su hogar, se vió en la necesidad de ir a vivir con una familia que, por no conocer las enseñanzas de la Christian Science, abrigada cierta animosidad, crítica e injusticia hacia sus adherentes. Durante este período, se le apareció un crecimiento en un pie, que con el tiempo se le hacía cada vez más molesto. Al fin se decidió pedirle a su madre que la ayudase. Juntas, las dos leyeron el bello Sermón de la Montaña, llegando hasta aquella parte de las enseñanzas del Maestro que dice (Mateo, 5:44–45): "Amad a vuestros enemigos; bendecid a los que os maldicen; haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os injurian y os persiguen: de modo que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos." Luego de dar gracias por las muchas curaciones que habían recibido mediante la Christian Science, ambas reconocieron que su actual situación les ofrecía una buena oportunidad para comprobar de nuevo el poder libertador del Amor divino.

En su obra "Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras" (páginas 476–477), Mary Baker Eddy dice: "Jesús veía en la Ciencia al hombre perfecto, que aparecía a él allí mismo donde a los mortales aparecía el hombre mortal y pecador. En ese hombre perfecto el Salvador veía la semejanza misma de Dios y este concepto correcto del hombre curaba al enfermo." La niñita se aferró firmemente a estas verdades durante toda la semana, esforzándose cada vez más por devolver el bien por el mal y tratando de elevar el pensamiento de sus atormentadores a fin de que sus conversaciones fuesen más bondadosas y sus ideales más deseables. Al séptimo día, mientras calzaba los zapatos, encontró que el pie enfermo ahora estaba completamente normal. El resentimiento por las injusticias sufridas había desaparecido, y a partir de ese momento se estableció un ambiente mucho más feliz en aquel hogar.

Hoy más que nunca la humanidad necesita la verdad sanadora que liberta y purifica; y es deber y privilegio de todo Científico Cristiano poner al Cristo por arriba de todo, expresando y reconociendo el bien como la única realidad. Grandes son las bendiciones que reciben aquellos que despliegan el valor moral demostrado por Daniel, al negarse a devolver el mal con el mal, pues, como leemos en la Biblia (Daniel, 6:22), al salvarse de los leones, Daniel le contestó al rey como sigue: "Mi Dios ha enviado su ángel, y ha cerrado la boca de los leones, de modo que no me han hecho mal alguno; por lo mismo que delante de él la inocencia fué hallada en mí; asimismo delante de ti, oh rey, ningún mal he hecho."

Nuestro apacible Maestro, al andar por las laderas de Galilea, percibió la creación de Dios en toda su perfección. Con símil y parábola predicó el amor de Dios para con el hombre y la relación del hombre para con su creador. Cuando se vió confrontado con la animosidad de los fariseos y aun la de los que tomaron parte en la crucifixión, el Maestro se negó a abrigar resentimiento alguno, sino que continuó sus trabajos de curación. Así fué como elevó los pensamientos hasta alcanzar el estado de conciencia que percibió claramente la irrealidad de la materia y de los obstáculos que ésta presenta, y que le capacitó para quitar la piedra que estaba delante de la tumba y así obtener la excelsa gloria de la resurrección.

En la página 277 de su obra Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos), nuestra amada Guía dice: "El Amor está especialmente cerca de nosotros en momentos del odio, y nunca tan cerca como cuando uno es justo en medio de la injusticia, y devuelve el bien por el mal." El Espíritu compasivo del Cristo anulará la conmoción causada por la venganza y la recriminación y eliminará los rencores y odios mortales—tal como el álcali neutraliza el ácido—y de esta manera preparará el camino de la paz justiciera.

Sigamos pues orando y trabajando hasta que se cumplan las siguientes palabras:

"Estará la tierra llena del conocimiento de Jehová,
como las aguas cubren el mar."

Demostrándonos siempre cariñosos hacia aquellas personas que pudieran parecer nuestros enemigos, y utilizando conscientemente la visión espiritual, que todo lo ve a la luz del Amor, estaremos haciendo nuestra parte en pro del establecimiento de la paz sobre la tierra. Y no puede haber oposición alguna ni en el hogar, ni en los negocios, ni en el mundo entero, al reflejo del Amor divino que es el libertador. La veracidad de las siguientes palabras inspiradas de Mrs. Eddy, ha sido ampliamente comprobada: "El Amor es el libertador" (Ciencia y Salud, pág. 225).

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