Quisiera expresar mi gratitud por las muchas bendiciones que he recibido por medio del estudio de la Christian Science.
Hace unos cinco años me encontraba completamente desesperada, abatida y descorazonada. Durante muchos meses había sufrido de una infección crónica en la nariz y la garganta, y aunque había recibido tratamientos constantes de cinco eminentes especialistas de Chicago, no me pudieron ofrecer alivio permanente. Por fín, muy desalentada, acudí a la Christian Science, y dentro de unas cuantas semanas sané por completo. La enfermedad jamás ha vuelto a aparecer.
Desde aquel día he recibido varias curaciones, una de las cuales quisiera relatar. Un invierno, al anochecer, resbalé sobre un pavimiento helado, fracturándome el brazo en tres lugares, cerca del codo. Llamé a una practicista, la que empezó a trabajar inmediatamente. Los rayos X demostraron que había sufrido una fractura complicada en la coyuntura del codo, y el médico que me ajustó los huesos dijo que era la peor fractura que jamás había visto. Cuando la enyesadura fué quitada, los médicos me recomendaron que me diera tratamientos de luz y masaies todos los días, pues de lo contrario decían que el brazo quedaría torcido e inútil.
Cuando ocurrió este accidente, yo había estado estudiando la Christian Science sólo unos cuantos meses y tuve miedo, pero la practicista siguió trabajando por mí, y en unas cuantas semanas el brazo estaba completamente derecho y normal. No me dieron masajes, tratamientos de luz ni manipulaciones de ninguna clase; ni tuve dolores ni inflamación alguna. Luego les conté a los médicos que había recibido tratamientos en la Christian Science desde el principio y quedaron de acuerdo en que había sido una cura maravillosa.
Estas curas decidieron a un miembro de mi familia que las vió, a pedir tratamientos en la Christian Science. Durante varios meses había estado bajo el cuidado de un especialista de la piel, por una infección muy molesta, y en tres semanas se curó por completo y de una manera permanente.
Estoy muy agradecida a Dios y a Mary Baker Eddy por la Christian Science. Agradezco asimismo a la practicista que me ayudó, y aprecio altamente su comprensión demostrable de la Verdad. Además, estimo en mucho ser miembro de La Iglesia Madre y de una de sus ramas.
Chicago, Illinois, E. U. A.
