Es privilegio de todo miembro de una iglesia hacer su trabajo metafísico en los preparativos de una conferencia. Debiéramos tratar de hacer este trabajo de una manera tan perfecta, que el espíritu del Cristo sanador, la Verdad, prevalezca en el ambiente de la reunión. Todos sabemos que al elevar los pensamientos, estaremos contribuyendo valiosamente al carácter fundamental de la conferencia. En el libro de texto "Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras" (pág. 510), nuestra Guía, Mary Baker Eddy, dice: "Sólo el Amor puede impartir la idea ilimitada de la Mente infinita." Por consiguiente, todo el provecho de carácter permanente que podamos recibir de una conferencia tiene que venir del Amor. Sólo la Mente, o sea Dios, nos puede revelar a Su Hijo, el Cristo sanador. El conferenciante puede exponernos la palabra de Dios y comprender las verdades anunciadas, pero como la revelación es fenómeno espiritual, sólo la conciencia espiritualizada puede aceptar la palabra en su significado más elevado. De ahí resulta que si en estas conferencias se han de producir curaciones, el espíritu de Dios debe estar con la congregación a la par que con el conferenciante.
En algunos de sus aspectos las conferencias no difieren mucho de los cultos regulares que se celebran en nuestras iglesias. Muchas veces a mí me ha ocurrido que después de haber estudiado la Lección Bíblica de la semana fielmente todos los días, durante su lectura en el culto del domingo siguiente, una de las secciones, o quizás un párrafo especial, se me ha iluminado o se me ha aclarado mucho más que en cualquier momento durante mis propios estudios de la semana. No dudo que tales iluminaciones se deban en gran parte a la unidad y concordia que abundan en la manera de pensar de los que vienen a nuestros cultos en busca de la Verdad. Diez velas alumbran mucho más que una sola, y si nuestro aporte espiritual, por pequeño que sea, reflejase la blanca pureza del Cristo, todas las luces combinadas habrían de extender el alcance de la visión espiritual de todas las personas allí reunidas.
Como miembros de nuestras respectivas iglesias ¿qué podremos hacer para despertar en el público el deseo de asistir a nuestras conferencias y cultos? ¿Recurriremos acaso a los anuncios más grandes o en mayor cantidad, o a medios y arbitrios humanos más profusos? ¡No! Más bien, veamos si no podremos contestar esta pregunta por medio de nuestra demostración individual de la Christian Science. La mente mortal nos argüiría que poco importa nuestra manera de pensar en las conferencias o en nuestros cultos con tal que cumplamos con el deber que tenemos de concurrir personalmente a tales reuniones. Para algunos se presenta la sugestión de que no tienen contribución espiritual que hacer, o si la tienen, que es de tan poco valor que no vale la pena, y por lo tanto se ausentan. En otras palabras, el interés personal y la depreciación propia, si los dejáramos, nos despojarían tanto a nosotros mismos como a nuestras iglesias y aun a la comunidad entera, de las muchas bendiciones que el Amor nos ha preparado.
Hoy en día, por todo el mundo, parece haber una oposición material al Cristo, quizás la más activa de todos los tiempos. Para el Científico Cristiano esto no es motivo para alarmarse. Más bien constituye un aviso para que seamos más vigilantes, y recalca la gran necesidad que hay de hacer trabajo mental para el bien de los cultos y las conferencias, a fin de que la palabra de Dios, pronunciada en estas ocasiones, rinda su fruto debido. Surge entonces la pregunta ¿Qué podremos hacer individualmente para darle más vigor a nuestro trabajo? Recordemos que jamás se trata de un trabajo laborioso ni difícil. Al contrario, nuestras oraciones pueden consistir en una comprensión despejada y feliz de la presencia y el poder del Amor, y debieran estar imbuídas con la esperanza del bien.
Sobre este punto, podemos sacar mucho provecho de la parábola de Jesús acerca de cierto hombre que "hizo una gran cena, y convidó a muchos" y cuando todo estaba aparejado, los convidados "todos a una comenzaron a excusarse." El señor de la fiesta, notando esta característica de la mente mortal—es decir, la indiferencia a la Verdad—determinó no dejarse derrotar en su propósito. Mandó a su siervo para buscar a aquellos que por razón de su extrema necesidad habrían de aceptar su cariñosa invitación. Se recordará que el amo le dijo a su sirviente: "Fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa." Aquí se presenta el problema siguiente, ¿Cómo habremos de interesar a aquellas personas necesitadas y que serían susceptibles a las enseñanzas de la Christian Science? y ¿Cómo vamos a forzarles "a entrar"?
Cualquier estudiante de la Christian Science que se pregunte cuál fué el motivo que le impulsó a asistir a su primera conferencia o a su primer culto de la Christian Science, advertirá cómo el poder de la Verdad y el Amor opera para atraer a los que están preparados para recibir su influencia sanadora. En mi propio caso, me encontraba muy descorazonado por la falta de empleo y de recursos, cuando una parienta que conocía mi situación, movida por el Amor divino y por su fe en el poder de la verdad, me invitó para asistir a una conferencia sobre la Christian Science. Esto no fué más que el principio de mi jornada en el camino de la Christian Science, pero la palabra de Dios pronunciada en aquella ocasión recibió una buena acogida en mi conciencia, pues la necesidad apremiante me había hecho receptivo a la verdad.
Seguro es que existe una fuerza impelente en la Christian Science, y esta no es sino la atracción irresistible de la Mente divina, la autoridad y el poder del Amor divino. No tenemos constancia alguna de que Jesús haya empleado sistemas ni recursos humanos, ni de que haya andado buscando a las multitudes durante su ministerio. Muy al contrario, ellos le buscaban y le seguían a él, pues su amor compasivo y su pensamiento sanador les atraía.
Cierto es que hay muchísimas disposiciones legítimas que tomar en los preparativos de una conferencia, pero cuidemos de no dejarnos adormecer por la creencia de que hemos cumplido con todos nuestros deberes para con Dios o para con nuestra iglesia, hasta que todos los pasos humanos que tomemos no sean gobernados por el amor del Cristo, que consuela y sana.
Pero ¿cómo podemos estar seguros de que no estamos obrando con propósitos contrarios los unos a los otros, al cumplir con las tareas que nos hayan sido asignadas? Siempre podemos elevar oraciones para que se nos haga posible trabajar en completa unidad con la Mente divina y con nuestros colaboradores, y podemos tener la seguridad de que esta oración será colmada de acuerdo con el amor que expresemos. En la página 117 de su obra Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos), Mrs. Eddy ha dicho: "Vemos cara a cara y conocemos tal como somos conocidos, devolvemos la bondad y trabajamos sabiamente, en la medida en que amamos."
Al leer en la Biblia, en el libro de Los Hechos, el relato de la reunión del día de Pentecostés, observamos que esta historia comienza con las siguientes palabras: "Estaban todos juntos en un mismo lugar", y más adelante leemos que "todos fueron llenos del Espíritu Santo." Reflexionemos sobre esta narración, pues es posible que tenga alguna similitud con nuestras conferencias y nuestros cultos.
Los resultados de esta demostración tan notable de la unidad de la Mente y de la armonización del pensamiento, son bellos y dignos de contemplar. Pues, el efecto inmediato de este suceso fué el derramamiento del espíritu del Cristo, o sea, la venida del Espíritu Santo, demostrando que la unidad del pensamiento era una parte esencial, sino un requisito absoluto, de los hechos que le siguieron.
Según la narración, la mente mortal quedó atónita ante la demostración de semejante unidad espiritual y de sus efectos sobre todos los presentes. Muchos quedaron perplejos, mientras que otros burlándose, lo atribuían a la embriaguez, para no reconocer que era el Cristo. Otros aun habían que negaban y disputaban las enseñanzas de Jesús, mientras Pedro las explicaba. Recordamos como Pedro se puso de pie y alzando la voz les predicó el evangelio a los que dudaban. Citó libremente ciertos textos de las Escrituras, explicando las obras del Maestro, a la manera de muchos de nuestros conferenciantes hoy en día. El hecho importante es que tanto Pedro como su mensaje, fueron apoyados por los que se pusieron de pie con él; y que de la misma manera nuestros conferenciantes y lectores y sus respectivos mensajes, debieran recibir apoyo de parte de aquellos que se mantienen de pie en sus puestos, mental y físicamente. Pedro debe haber estado muy inspirado por la unidad de la Mente y por la presencia manifiesta del Cristo, ya que todos los presentes contribuyeron en algo al resplandor de aquella iluminación. Y !qué victoria tan grande se logró para la iglesia cristiana primitiva! pues ¿no leemos que "se agregaron a los discípulos en aquel mismo día como tres mil almas"?
