Es posible que la humanidad jamás se haya ocupado tanto de las creencias acerca de la vejez como hoy en día. Continuamente oímos discusiones sobre cual será la mejor edad para emprender ciertas actividades, cual se adapta mejor a determinados trabajos físicos, y a que edad la entereza física y mental empieza a decaer.
En el libro de texto de la Christian Science, "Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras" (pág. 246), Mary Baker Eddy ha dicho: "El medir la vida por años solares nos priva de la juventud y produce fealdad en la vejez." He aquí la divergencia que existe entre la tal llamada existencia de los sentidos humanos, la que siempre significa limitaciones, y el estado divino del ser, que no tiene edad y que es la síntesis de la perfección.
Tan pronto como el discípulo avisado de la Christian Science reconozca que la existencia es espiritual, se dará cuenta cada vez más de que la vida no consiste de etapas que conducen de la infancia a la vejez. Puesto que "creó Dios al hombre a su imagen", y puesto que Dios es Espíritu, el hombre creado por Dios es espiritual. Aquello que es espiritual no tiene que hacerse más espiritual, pues por lo espiritual ya se entiende lo perfecto.
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