Hace unos veintiseis años que un amigo me vió sufriendo mucho a causa de una serie de hinchazones, que por fin me llevaron a la cama. Los médicos me habían dicho que me tendrían que operar dentro de breves días. Fué entonces que mi amigo me habló de la Christian Science y la manera en que esta religión había beneficiado tanto a su familia como a él.
Inmediatamente me interesó como una religión de Amor, y comprendí que, puesto que Dios es enteramente bueno, el mal no puede ser real ni tener poder. Una practicista fué llamada y vino desde muy lejos para verme. Sus explicaciones eran tan claras que al punto decidí ponerme enteramente en sus manos, convencido de que la Verdad operaría en mi favor; lo que tuvo por resultado mi inmediata curación. Me levanté de la cama y al día siguiente ya pude ocuparme de mis negocios.
Desde aquel entonces la Christian Science, la Ciencia del Cristianismo, ha suplido todas mis necesidades. Me ha traído buenos amigos y buena salud, y me ha capacitado para ayudar en cierto grado a otros a librarse de la esclavitud del temor.
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