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La realidad espiritual contra el sentido material

Del número de julio de 1947 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En el Glosario de la obra "Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras" (pág. 585), nuestra venerada Guía, Mary Baker Eddy, nos da la siguiente definición de "Elías": "Profecía; pruebas espirituales, opuestas a los sentidos materiales; la Christian Science, con la cual puede percibirse la realidad espiritual de todo aquello que los sentidos materiales perciben; la base de la inmortalidad." Este claro exponente de la función de la Christian Science y de los frutos que rinde, demuestra que el estudiante de esta Ciencia se debiera empeñar en convertir en realidades espirituales "todo aquello que los sentidos materiales perciben."

Ahora bien, los sentidos materiales contemplan una infinidad de cosas. Algunas de ellas se consideran buenas y otras malas, pero en ambos casos se tiene que percibir la realidad espiritual acerca de las mismas, puesto que el concepto material del bien no es más verídico que el concepto material del mal, aunque por cierto a veces resulta más difícil descubrirlo y desenmascararlo.

El "árbol del conocimiento del bien y del mal" no se menciona en el primer relato de la creación, donde todo fué declarado "muy bueno"; es decir, bueno, por asemejarse a Dios. No fué sino en el segundo relato de la creación que apareció el "árbol del conocimiento del bien y del mal." Y fué esto lo que la serpiente recomendó como "el árbol deseable para alcanzar sabiduría." Cuando nos vemos tentados a aceptar como real aquello que pretendería ser el buen fruto del árbol, nos conviene recordar que éste crece en la misma rama y surge de la misma raíz que el fruto que se llama el mal. El Científico Cristiano siempre se esfuerza por abstenerse de tomar el fruto de este árbol mitológico. El sabe que tiene que rechazar el testimonio de los sentidos materiales, en lugar de clasificarlo ya sea como algo susceptible de ser digno y bueno, o como cosa indiscutiblemente mala. El Científico Cristiano no debiera temer evaluar todas las cosas como es debido. Todo lo que se presente como el testimonio de los sentidos, necesita ser iluminado con la luz de la Christian Science hasta que se perciba la realidad espiritual correspondiente. El propósito continuo de todo Científico Cristiano es convertir las creencias materiales, que aparentan ser tan reales, en aquello que es verdad inmutable, hasta que la creencia desaparezca por completo ante la percepción de la idea espiritual.

Si uno estuviera traduciendo un pasaje del latín al inglés y omitiera las palabras que le fueran desconocidas, sin hacer el menor esfuerzo por orientarse acerca de su significado, poco entendería del pasaje en cuestión y difícilmente se le calificaría de buen estudiante del latín. La Christian Science capacita a sus discípulos para traducir correctamente, es decir, para percibir espiritualmente la realidad de todo aquello que se le representara como la existencia mortal, y es a través de esta percepción que ellos encuentran la "base de la inmortalidad", pues justamente donde parece haber una creencia falsa, allí mismo existe una idea inmortal.

Cuando uno se identifica con la idea inmortal, experimenta pruebas que le convencen, pues pierde sus temores, ya sean latentes o evidentes, y se le desaparecen las falsas bases del sentido personal, el que suele ser acompañado de la complacencia propia por un lado, y de la condenación por el otro.

Es de notar que en su obra Ciencia y Salud, Mrs. Eddy comienza el capítulo titulado "La práctica de la Christian Science", con la historia de María Magdalena, que ungió los pies de Jesús en casa de Simón el fariseo. Este cuento bien nos puede servir para ilustrar la diferencia que existe entre la actitud científicamente cristiana hacia aquello que los sentidos materiales califican de sensualidad y pecado, y el punto de vista farisaico, o de la falsa teología. Simón condenó a la mujer; pero esa misma mentalidad que vió en María a una mujer mala de por sí, puede que haya visto a Jesús como un hombre personalmente bueno. En ningún caso se trataba de una apreciación correcta. Es probable que la verdadera naturaleza de Jesús le estaba vedada a Simón, así como lo estaba la verdadera naturaleza de María, la que por lo contrario le era tan evidente a Jesús. Jesús dijo de María "que amó mucho." El tuvo que haber percibido que lo que ella verdaderamente amaba era el Cristo, y que estaba expresando su amor de la única manera en que lo sabía hacer, es decir, ungiéndole los pies, acto que demostró su profunda humildad. La facultad que él tenía para percibir la verdad espiritual fué lo que sanó a María del pecado. Una compasión tan cristiana como ésta tiene que ser la base sobre la cual se practica la Christian Science.

En la página 218 de su obra Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos), Mrs. Eddy escribe: "El universo visible proclama al invisible sólo por inversión, tal como el error proclama la Verdad." Por lo tanto, en realidad nunca tenemos que afrontar cosa alguna más que la verdad—lo que sea real, a saber, lo que sea prueba de la presencia de Dios. No obstante, la naturaleza de la mente carnal es tal, que todo lo ve invertido. Esto se demostró claramente en la historia de los hijos de Israel cuando huyeron de los Egipcios. La narración nos dice que una columna de nube "se colocó entre el ejército de los Egipcios y el ejército de Israel; y era nube y tinieblas para aquéllos, mas brillaba de noche para éste." Los hijos de Israel reconocieron la presencia de Dios en su verdadera naturaleza como luz, mientras que los Egipcios, de ánimo carnal, sólo pudieron ver la obscuridad que ellos mismos se hacían.

Volviendo a la obra Miscellaneous Writings (páginas 60, 61), leemos: "El mal, en el principio reclamó para sí el poder, la sabiduría y las atribuciones del bien; y toda creación o idea del Espíritu tiene su falsificación en alguna creencia material. Cada creencia material es una indicación de la existencia de la realidad espiritual; y si los mortales se dejaran instruir en las cosas espirituales podrían ver que, al invertirse, las creencias materiales, en todas sus manifestaciones, se convierten en el mismo tipo y representación de verdades eternas, inapreciables y que siempre se hallan a mano." Las condiciones esenciales de una falsificación son las de engañarle a uno y hacerle creer que es verdaderamente el original. Una moneda falsa nos causa inconvenientes sólo cuando dejamos de reconocer su falsedad y la seguimos circulando. Así mismo resulta con los sentidos materiales. Cuando les hacemos frente con el dominio nacido de la capacidad que tenemos para separar lo verdadero de lo falso, no nos presentan dificultad alguna, sino más bien nos señalan, al invertirlos, la presencia de la idea verdadera.

El amor maternal es quizás la virtud más constante de todas las relaciones humanas, pero hasta que el amor de una madre humana no se cambie por el amor universal de nuestro Padre-Madre Dios, que todo lo abarca, el amor de madre permanecerá en el reino de lo transitorio y limitado, de lo personal y mortal.

La vida de una persona que se crió cerca de su madre, quien le trataba con una ternura y comprensión muy confortantes, fué muy enriquecida cuando logró cambiar el concepto material de la maternidad por la idea divina acerca de ella. Aun en su tierna infancia esta niña a menudo se preguntaba qué sería de ella si no tuviera a su madre, y este sentimiento era aun más fuerte en tiempos de enfermedad. Cuando llegó a edad madura, aconteció un día que la joven fué separada de su madre. Su pena fué aliviada cuando se dió cuenta de que el sentido material no le podía imponer un concepto de amor de madre, limitado y personal; que el hecho divino de que el hombre es el reflejo del Dios que es a la vez Padre y Madre, nos asegura que el hombre refleja, en su mismo ser, la verdadera calidad y el verdadero amor de madre. Vió entonces que ella nunca podría alejarse del verdadero concepto de madre, el cual, por ser eterno, jamás podría dejar de manifestarse en su experiencia.

Algunos años después, esta joven cayó enferma mientras estaba de visita en casa de una amiga muy querida que era Científica Cristiana, y durante varias horas esta amiga la tuvo que cuidar casi de continuo. Después de sufrir un ataque muy violento, la joven le dijo a su amiga: "Nadie, a no ser mi madre, jamás me ha cuidado de esta manera." La amiga le contestó: "Es tu madre la que te cuida en este momento." El Amor Materno estaba ahí mismo para responder a todas sus necesidades, pues ¿no lo había percibido ella como un hecho espiritual, eterno en la conciencia y no limitado a determinada persona? Con esta comprensión de la eterna presencia del Amor, la cura se efectuó con rapidez.

En la página 19 de su obra titulada Message to The Mother Church for 1902 (Mensaje a La Iglesia Madre para el año 1902), Mrs. Eddy hace la siguiente pregunta: "¿Se le han arrebatado a usted los placeres terrenales, sus vínculos y sus tesoros? Es el Amor divino que así obra y dice: 'Tenéis necesidad de todas estas cosas.' ¿Habrá algún peligro en vuestro camino? Pues invertido, os resultará un mandato espiritual." En verdad que tenemos "necesidad de todas estas cosas", es decir, necesidad de gozar de los placeres verdaderos, de los benditos lazos del amor a la familia, de los tesoros indestructibles de las ideas espirituales. Dichosas ocupaciones sin fin aguardan al pensador espiritual que vigila alerta el desenvolvimiento del verdadero universo, el universo de las ideas divinas que testifican de la presencia de Dios.

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