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Sed seguidores de la luz

Del número de julio de 1947 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La humanidad siempre se ha interesado por sus caudillos y las cualidades y características que les son inherentes. Mucho se ha hablado sobre este tema, aunque pocos han sido los grandes caudillos y numerosos los seguidores. ¿No convendría, entonces, dedicar unos momentos a considerar en que consiste el arte de ser un buen seguidor? ¿Cuáles son las condiciones que debiera reunir el partidario inteligente y leal? En primer lugar, uno debiera mantenerse alerta para poder discernir bien las cosas, es decir, para formarse un juicio inteligente, capaz de distinguir entre el Principio y las personas. Lo que significa la necesidad de analizar las doctrinas y la política presentadas por el pretendiente, de manera que se puedan estudiar objetiva y desapasionadamente, sin consideración ni a la elocuencia ni a los múltiples intereses personales que pudieran ofrecer la tentación de seguir a cierta y determinada persona. Procediendo así, no se seguirá ciegamente a una persona que tenga doctrinas subversivas y propósitos destructivos.

El segundo requisito es el de la obediencia. Al seguidor de cualquier doctrina, no se le habrá de calificar de leal y obediente, al menos que apruebe y practique la doctrina que haya adoptado. No podrá ser un adherente a lo lejos, que concuerda con su caudillo y que lo admira, pero que no practica sus mandatos y obras. Para llegar a ser un fiel exponente de la doctrina abrazada, hay que comprender, adoptar y demostrarla.

Cristo Jesús ha sido reconocido por el cristianismo entero como el Mostrador del camino, que le ha prometido a sus seguidores la luz de la Vida. El dijo: "Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida." A medida que estudiamos las doctrinas de Jesús y las obras que él hizo en cumplimiento de las mismas, encontramos un Principio que podemos seguir con inteligencia y con los corazones llenos de alegría. Dejamos de ser lo que Pedro calificó de "seguidores alucinados de fábulas ingeniosas", para tomar el camino de los hechos espirituales. Nos alejamos de las seducciones e ilusiones de los sentidos y aceptamos la seguridad y la substancia de la Verdad, el poder de la Mente. Aprendemos a conocer al único Dios omnipotente, que hace cumplir Su propia ley del Amor, y nos damos cuenta de nuestra individualidad verdadera como la expresión activa de esa misma ley que desenvuelve la vida eterna. En la página 31 del libro de texto de la Christian Science, "Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras", Mary Baker Eddy dice: "Es el Cristo viviente, la Verdad práctica, la que hace que Jesús sea 'la resurrección y la vida' para todos los que le siguen de veras."

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