El investigador no va muy lejos en su investigación de las enseñanzas de la Christian Science sin preguntar: "¿Qué es Dios?" Esta es una pregunta que todo estudiante de esta Ciencia se halla pronto y dispuesto a contestar. A menudo lo hace citando las definiciones de Dios que aparecen en las páginas 465 y 587 del libro de texto de la Christian Science, "Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras" por Mary Baker Eddy.
La Biblia nos dice mucho acerca de Dios, y es de la Biblia que la Christian Science deriva sus enseñanzas respecto a El. La definición de Dios en la página 587 de Ciencia y Salud es como sigue: "Dios. El gran Yo soy; el que todo lo sabe, todo lo ve, que es todo acción, sabiduría y amor, y que es eterno; Principio; Mente; Alma; Espíritu; Vida; Verdad; Amor; todo substancia; inteligencia."
Una definición de Dios no sería de beneficio alguno a menos que nos valiéramos de lo que implica: en otras palabras, nuestra comprensión de Dios debe ser puesta en práctica. A modo de ilustración, supongamos que un amigo nos describe detalladamente una hermosa casa. De poco nos serviría esa casa a menos que entrásemos en ella y gozásemos de sus comodidades. Así ocurre con Dios. Para morar en El y comprenderle, tenemos que amarle.
Aquí el investigador podría preguntar: "¿Cómo se manifiesta Dios? ¿Por qué medios se hace sentir Su presencia en la práctica?" Contestamos: Mediante el Cristo, porque el Cristo, como lo define el Glosario de Ciencia y Salud (pág. 583) es: "La divina manifestación de Dios, que viene a la carne para destruir el error encarnado."
La Christian Science hace una distinción entre Jesús y el Cristo. Jesús era el hombre humano, mientras que el Cristo es el ideal divino. Era por medio del Cristo que Jesús pudo llevar a cabo sus portentosas obras; y es por esto que los Científicos Cristianos lo conocen por el nombre o título de Cristo Jesús. Es por medio del Cristo o la "divina manifestación de Dios", que la curación espiritual puede hoy ser efectuada por el sincero estudiante de la Christian Science. Un Científico Cristiano no necesita de un largo curso de estudio intelectual a fin de poder curar a los enfermos y reformar a los pecadores.
Cristo Jesús dió a entender muy claramente que sus seguidores debían seguir en sus pasos y emular sus obras de curación. Sus palabras según constan en el capítulo dieciséis del Evangelio de San Marcos así lo indican: "Y estas señales acompañarán a los que creyeren: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán en nuevas lenguas; alzarán serpientes; y si bebieren cosa mortífera, no les deñará; sobre los enfermos pondrán las manos, y sanarán."
Comentando este texto, Mrs. Eddy dice: "La promesa de Jesús es perpetua. Si hubiera sido dada sólo a sus discípulos más inmediatos, el pasaje de las Escrituras diría a vosotros y no a los que creyeren. El propósito de la gran obra de su vida se extiende a través del tiempo e incluye a la humanidad universal" (Ciencia y Salud, pág. 328). El término "humanidad universal" incluye a todos. El poder de curar no estaba confinado a un pequeño grupo de personas que vivieron en una épocas remota. La presencia y el poder de Dios pueden ser probados en todo momento y bajo toda circunstancia.
Si se admite que vivimos en un universo bien ordenado, creado por un Dios supremo, y que la naturaleza de este creador es buena, entonces no podemos menos que percibir que la comprensión de Dios y Su Cristo, o divina manifestación, hará milagros para nosotros; en verdad, no habrá límite al bien que podrá sobrevenir en nuestras vidas.
En la Biblia encontramos numerosos relatos de personas que se salvaron de toda clase de dificultades y peligros por medios espirituales. Recordamos, por ejemplo, que Daniel fué protegido en el foso de los leones; que los tres hebreos cautivos quedaron inmunes a los efectos del horno ardiendo en fuego, y que a los israelitas les fué suministrado el sustento diario. En el Nuevo Testamento se relatan curaciones de ceguera, sordera, parálisis, demencia, y también se refieren casos de la resurrección de los muertos. Estas obras no eran sobrenaturales; no constituían infracciones de la ley divina. Tampoco se efectuaban mediante la mera fe ciega. Más bien fueron una ilustración de las leyes de Dios en acción. Sobrevinieron como el resultado natural de la comprensión de la Ciencia del Cristo, o las divinas leyes de la Vida, la Verdad, y el Amor, tal como las revela la Christian Science.
Las Escrituras definen al hombre como la imagen y semejanza de Dios (véase Génesis, 1:26). La Christian Science acepta esta definición del hombre y todo lo que ella implica. El punto de vista material tiene que ser refutado para lograr una justa apreciación o comprensión del hombre verdadero. La presencia del hombre espiritual, o el ideal de Dios, es probada a través del reconocimiento del Cristo o la Verdad. Como ilustración podría citarse el caso siguiente:
Un descuido de parte de un agente de propiedades en cierto trato comercial trajo como consecuencia un distanciamiento entre éste y el cliente, así como la pérdida de otras transacciones. El cliente, que era un Científico Cristiano, reconoció que el desacuerdo provenía de un concepto erróneo acerca del hombre. Refutó entonces el concepto falso y se aferró a la idea verdadera del hombre, creado a la imagen y semejanza de Dios, tal como lo revela la Christian Science. De esta manera pudo mostrarse muy cordial al entrevistarse otra vez con el agente, y el resultado fué sumamente satisfactorio. Se resolvió el asunto de una manera equitativa y se reanudaron las relaciones amistosas entre ambos.
La comprensión de Dios y de Su Cristo el hombre a la imagen y semejanza de Dios es claramente revelada por la Christian Science, y esta verdad puede ser llevada a la práctica en nuestras experiencias diarias.