En estos momentos en que se está desarrollando el trabajo de la reconstrucción y rehabilitación mundial, a cada uno nos corresponde poner cuanto podamos de nuestra parte para hacer frente a la situación. Constantemente surgen problemas de importancia nacional e internacional, cuya solución afecta a toda la humanidad. El que reconoce los efectos trascendentales de la oración científica, nunca se cansa de recurrir a las verdades espirituales con respecto a los acontecimientos mundiales. No es de mayor importancia el que se conozcan todos los detalles de algún problema, sino que se mantenga firmemente la convicción de que la Mente divina lo gobierna todo, sabiendo que ese gobierno no conoce oposición y bendice a todos por igual.
De profundo significado y consuelo para toda la humanidad son las palabras escritas por Mary Baker Eddy, Descubridora y Fundadora de la Christian Science, en su obra Miscellaneous Writings (pág. 208): "Dios es Todo, y en virtud de esta naturaleza y totalidad, El conoce solamente lo bueno. Como una ley de la legislatura que gobierna a millones de seres humanos que los legisladores no conocen, la ley universal de Dios no conoce el mal y entra inconscientemente en el corazón humano y lo gobierna."
Estas verdades confortantes y sanadoras son aplicables en todas las circunstancias de la vida. Puesto que la ley de Dios lo abarca todo, no existe problema alguno, ya sea individual, nacional o internacional, al cual no se le pueda aplicar inteligentemente. Si es que las naciones se sospechan y temen mutuamente, la afirmación continua de la eterna presencia de las verdades de "la ley universal de Dios", y todo lo que ella significa su amor todo inclusive, su armonía, influencia unificadora, perfección absoluta, imparcialidad y omnipotencia puede poner fin a tal situación. Si prevaleciera la agresión, la tiranía o el odio, todos estos aspectos de la mente carnal pueden ser destruídos por el entendimiento y la aplicación de la ley universal del Amor divino.
La ley de Dios ofrece la solución para toda creencia de escasez de alimentos y materiales o de cualquier otra de las necesidades de la vida, porque la ley de Dios es la ley del Amor divino, y el Amor no conoce escasez de recursos con que hacer frente a las necesidades humanas, sean éstas cuales fueran. La infinitud desconoce las limitaciones, y la infinitud está de acuerdo con "la ley universal de Dios", la ley del Principio divino e infinito.
En su obra "Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras" (pág. 316), con un encabezamiento que dice: "Gobierno espiritual", Mrs. Eddy ha escrito: "El Cristo representa al hombre indestructible, a quien el Espíritu crea, constituye y gobierna." La presentación del hombre ideal, perfecto y armonioso, que nos ofrece Cristo, anula el concepto falso de la mente humana acerca del hombre. A medida que esta verdadera presentación del hombre es aceptada, el falso testimonio de los sentidos materiales, que arguye que el hombre es mortal, imperfecto, pecador y enfermo, desaparece, dando lugar a la curación y regeneración.
Los sentidos materiales no pueden ofrecer testimonio real alguno que se oponga al testimonio del Espíritu. La presentación del hombre que nos ofrece Cristo, proporciona el único testimonio real que hay o que jamás pueda haber. El reemplazo del falso concepto del hombre con la verdad espiritual acerca de su naturaleza divina conduce a la armonía y la curación, porque es así como la verdadera substancia o el Espíritu se hace tangible a la consciencia humana, la voluntad humana se somete a la divina, y "la ley universal de Dios ... entra inconscientemente en el corazón humano y lo gobierna."
En tiempos como los presentes cuando las naciones van acercándose, cuando la cooperación y no el aislamiento debiera ser la orden del día, y cuando algunos países están a punto de escoger nuevas formas de gobierno haremos bien en resolvernos a orar por la humanidad entera. Cuando utilizamos el poder del Espíritu al tratar de los problemas y del bienestar mundial, esto nos emancipa, elevándonos por encima de la creencia del yo personal. Así alcanzamos ese amor desinteresado que es de tanta importancia para la humanidad. Nuestra Guía nos ha dicho (ib., pág. 192): "Todo lo que mantenga el pensamiento humano de acuerdo con el amor desinteresado, recibe directamente el poder divino."
La tarea de determinar si estamos pensando y actuando con motivos desinteresados descansa sobre nosotros mismos, y no podemos prestar demasiada atención a este factor tan importante de nuestras vidas. ¡De cuánto poder dispone aquel que es conscientemente movido por el amor desinteresado, y que entiende el Amor divino que le proporciona esta facultad! ¡Con cuánta seguridad, valor, y certeza puede emprender cualquier tarea! La abnegación basada en el entendimiento espiritual, le sirve de ley de armonía y buen éxito en cualquier campo de acción en que se encuentre. El poder divino sostiene todos sus esfuerzos, guiándolos, protegiéndolos y dándoles su bendición.
A algunos les podría venir la tentación de decir: "¿Qué valor podrá tener mi pequeña aportación moral en la demostración del gobierno espiritual en los asuntos mundiales?" Ningún pensamiento individual carece de valor, y cuando uno ha aprendido algo acerca del poder de los pensamientos correctos basados en el Principio divino, le corresponde utilizar este poder lo mejor que pueda para el bien de todos, y no meramente para beneficio propio. El apóstol Santiago dijo: "Mucho puede la súplica ferviente del hombre justo."
Los problemas que afectan a gran cantidad de personas a veces toman algún tiempo para solucionarse. Por lo tanto es probable que para poder mantener de día en día las verdades espirituales concernientes a los sucesos mundiales, se requirirá mucha fe, constancia y paciencia. Sin embargo, las señales de que la levadura de la Verdad está obrando en la consciencia humana son tan alentadoras que uno puede tener la seguridad de que sus pensamientos correctos están contribuyendo a la disolución de las creencias materiales y sus malos efectos.
Las oraciones científicas ofrecidas desinteresadamente por el bienestar universal, son como heraldos de la Verdad que despiertan la consciencia humana a reconocer la filiación divina del hombre y el gobierno espiritual de Dios. La oración verdadera tiene que encontrar eco en la persona de pensamiento receptivo. Nadie puede precisar el alcance de sus desinteresadas oraciones universales. Sea cual fuera el problema ya se trate de una sola persona o de muchas cuando nos olvidamos del yo personal, volviéndonos humildemente hacia Dios, Su ley universal dirige y ennoblece nuestras oraciones, y los efectos son incalculables.
Para los que han podido observar la operación del gobierno divino en los asuntos humanos, su maravillosa sencillez, espontaneidad y naturalidad son de lo más notables. Recojemos los frutos de nuestra obediencia a Su ley cuando nos sometemos a ella y permitimos que nos gobierne, honrando así el mandato divino que dice (Prov., 23:26): "¡Hijo mío, dame tu corazón, y observen tus ojos mis caminos!"
Verdaderamente la mies es mucha, mas los obreros son pocos: rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.— Mateo, 9:37, 38.
