Deseo expresar mi gratitud por las valiosas demostraciones que he tenido desde el momento en que empecé a esforzarme por vivir a la altura de mis conocimientos de la Christian Science.
Después de haber servido en la marina algún tiempo, me hallé en un puesto donde no parecía ser muy útil. Sin embargo, seguí fielmente estudiando la Ciencia, siéndome posible llevar conmigo en el camión que manejaba un ejemplar de la edición más pequeña de la Biblia y de "Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras" por Mary Baker Eddy. Estos los leía y estudiaba mientras esperaba que me entregaran la correspondencia que debía recoger. Poco tiempo después se me presentó la oportunidad de participar en un concurso abierto para ingresar en la escuela naval.
Aunque hacía varios años que había egresado de la escuela secundaria y tenía que competir con estudiantes de la escuela superior más recientemente egresados que yo, salí casi encabezando la lista y me mandaron a la universidad a la cual asisto actualmente. Terminé mi quinto curso y estando a mitad del sexto, recibí las puntuaciones necesarias para egresar. Después que salí de la marina, volví aquí para continuar mis estudios.
Comprendo ahora lo importante que es obedecer este mandato del Maestro (Mateo, 6:33): "Buscad primeramente el reino de Dios", que en verdad es todo lo contrario de andar buscando riquezas, placeres, personas o cosas materiales, sino que más bien significa buscar devota y sinceramente el conocimiento científico de la realidad o de la armonía espiritual. La promesa de que "todas estas cosas os serán dadas por añadidura" ha sido cumplida a través de esta experiencia mía.
Cuando en mis estudios mi motivo ha sido el de probar lo práctico de las enseñanzas de la Christian Science concernientes a Dios y el hombre, la adquisición de los conocimientos humanos necesarios a mi progreso se ha desarrollado júbilosamente.
Las pruebas que he tenido de la naturaleza práctica y el poder redentor de la Christian Science han sido tantas que no me es posible enumerarlas todas. Merced a esta Ciencia he sido capacitado para dominar temas difíciles; he podido juzgar entre las actividades del colegio que eran inútiles y las que valían la pena; nuestras reuniones dominicales han aumentado mi perspicacia espiritual; mi punto de vista en general se ha ampliado y se me han abierto nuevos horizontes. Durante todo este tiempo he conocido a muchas personas y gozado de muy buenas amistades.
Mi vida se ha transformado. Mis antiguos y limitados conceptos y actividades han sido reemplazados por una mejor apreciación de los hombres y de los acontecimientos. Esto lo atribuyo en gran parte a las enseñanzas de la Christian Science, que nos despiertan y enseñan a pensar como es debido.
La Ciencia siempre ha sido mi único médico y mi mejor consejero. Estoy agradecido de ser miembro de La Iglesia Madre y de una iglesia filial; aprecio el diario The Christian Science Monitor y los demás periódicos de la Christian Science, el trabajo de los leales practicistas y la gran obra de nuestra amada Guía.— Chapel Hill, North Carolina, E. U. A.
