Desde que comencé a interesarme por la Christian Science El nombre dado por Mary Baker Eddy a su descubrimiento (pronunciado Críschan Sáiens) y que, traducido literalmente, es la "Ciencia Cristiana". he experimentado tanta alegría, paz y felicidad que lo menos que puedo hacer es expresar mi gratitud a Dios por dos de las muchas curaciones que he obtenido.
La primera fué la del vicio de beber. Yo era un esclavo tan completo de la bebida que los mejores médicos me declararon incurable. Había estado en varios sanatorios buscando un remedio para este terrible hábito, pero ninguno de ellos me proporcionó sino una ayuda temporal, después de la cual volvía a beber más que antes. En el año 1938 conocí a una señora que era Científica Cristiana. Nos hicimos buenos amigos y ella me pidió que la acompañara a la iglesia. Acepté su invitación y después del culto dominical me pidió mi opinión acerca de él. Yo le dije que era maravilloso y que gustosamente asistiría otra vez. Nuestra amistad se hizo cada vez más cordial y al año nos habíamos casado. Al poco tiempo comencé a beber otra vez, a pesar de que mi esposa había solicitado la ayuda de un practicista que en seguida empezó a darme tratamientos en la Christian Science y que durante algún tiempo trabajó por mi día y noche.
Finalmente me puse tan grave que no pude beber más. Mi esposa en aquel entonces ocupaba un puesto. Una mañana antes que ella saliera le dije que no creía que podría sobrevivir ese día. Mis antiguos médicos me habían dicho que no podría sobrellevar otro ataque. Tenía gran temor y esa tarde perdí el conocimiento. Los vecinos que vivían en el departamento de abajo me oyeron caer al suelo, acudieron a mi departamento, donde me encontraron tendido y en seguida hicieron venir una ambulancia. También llamaron por teléfono a mi esposa, quien les rogó no hicieran nada hasta que ella llegara. Al momento ella comenzó a declarar la verdad acerca del hombre creado a la imagen de Dios, según nos enseña la Christian Science. Al llegar a nuestra casa despidió a todos los presentes y comenzó a preparar la cena como de costumbre. Su trabajo metafísico fué tan eficaz que pude participar de una comida corriente a pesar de que no había comido nada desde hacía ocho días. Esto ocurrió en diciembre del año 1939 y me llena de gozo poder decir que no he sentido desde entonces el menor deseo de tomar bebidas alcohólicas de ninguna especie.
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