Me siento feliz de tener esta oportunidad de testificar acerca del poder curativo de la Christian Science. Estaba yo tratando de obtener una comprensión más clara de Dios cuando me fué presentada esta potente verdad y en ella encontré lo que ninguna otra religión me había ofrecido.
Hace aproximadamente dos años que un día tropecé y rodé por los escalones de la entrada de servicio de nuestra casa. Inmediatamente traté de comprender que "bajo la Providencia divina no puede haber accidentes, puesto que no hay lugar para la imperfección en la perfección" (Ciencia y Salud por Mrs. Eddy, pág. 424). Al poco rato pude levantarme y andar, pero sentí un agudo dolor en un costado que a veces afectaba mi respiración. Parecía que me había fracturado una costilla.
Cuando a las dos semanas mi estado no había mejorado, mi familia insistió en que me procurara alguna ayuda. Esa misma noche llame sucesivamente a tres practicistas, no pudiendo comunicarme con ninguno de ellos. De improviso tuve un pensamiento que reconocí como un mensaje angelical: "Pero tú estas llamando a estos practicistas para preguntarles si sería aconsejable hacerte tomar una radiografía. Si tu crees que la necesitas es porque crees que tienes una costilla rota. Estás buscando defectos y no la perfección." Esta manera de razonar cambió por completo mi actitud anterior.
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