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El lenguaje del Espíritu

Del número de octubre de 1949 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El Espíritu es Dios, y Dios es Mente, Verdad. Es inevitable que la Verdad se exprese a sí misma inteligentemente. La Verdad, comprendiéndose a sí misma, se interpreta a sí misma sin la necesidad de un medio humano. La propia expresión de la Verdad incluye su propia interpretación, que contiene en sí el lenguaje del Espíritu. La lengua del Espíritu no consiste de palabras humanas; es el Verbo de Dios que, según el Evangelio de San Juan, era "en el principio", es decir, en el eterno Principio del universo.

Este lenguaje se hace el nuestro cuando aunamos nuestro pensamiento con la interpretación científica del universo, tal como la expone Mary Baker Eddy en "Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras" (pág. 272): "El Principio divino del universo tiene que interpretar el universo." En la página 117 del libro de texto de la Christian Science El nombre dado por Mary Baker Eddy a su descubrimiento (pronunciado Críschan Sáiens) y que, traducido literalmente, es la "Ciencia Cristiana". se nos recuerda que: "El lenguaje esencial de Dios se menciona en el último capítulo del Evangelio de San Marcos como la nueva lengua, el significado espiritual de la cual se logra mediante 'las señales que la acompañan' ". Después que los discípulos de Cristo Jesús hubieron presenciado y comprendido su ascensión, al menos hasta cierto punto, percibieron que las portentosas obras del Maestro podían y debían ser efectuadas por ellos también, ya que el poder de Cristo no es limitado a persona alguna, sino que es eterno, siempre presente y asequible a todos, invariable, y de acuerdo a la ley. Las órdenes de que hiciesen obras y hablasen "en nuevas lenguas" se dieron simultáneamente. Comprendiendo la interpretación científica del universo, nos valemos del poder universal del Cristo para redimir, sanar y salvar, lo que constituye el significado de la nueva lengua. A menos que la nueva lengua se conozca por "las señales que la acompañan" no es el lenguaje del Espíritu.

La Christian Science es para esta era la nueva lengua de la Verdad, el lenguaje del Espíritu. Debido a que la Ciencia del cristianismo lo avalúa todo desde el punto de vista de Dios, el Principio divino, ella presenta el nuevo o verdadero valor del universo — verdadero en el sentido de que Dios, el Principio divino, es la fuente de toda verdad y en consecuencia, de la realidad. El lector que medite sobre la autobiografía de Mrs. Eddy, Retrospection and Introspection (pág. 25, líneas 10 a 19), se verá iluminado y grandemente bendecido. Aquí hallará elaborada esta revaluación en términos de lo espiritual y eterno, a distinción de lo material y temporal.

Si bien partiendo de la hipótesis del sentido material, la substancia es contemplada como material, en el lenguaje del Espíritu la materia es expuesta como irrealidad en tanto que la substancia es reconocida como la Verdad espiritual. Se aprecia el valor práctico de esta revaluación cuando uno comienza a identificarse con lo espiritual y real, refutando lo material o irreal. Así es como a través del sentido espiritual se sienten y perciben las cosas del Espíritu, o sean las perdurables, inagotables y perfectas cualidades del universo.

A fin de aproximarse al lenguaje del Espíritu en la medida en que el lenguaje humano lo permita, la Christian Science provee un nuevo conjunto de términos humanos, tal como se mencionan en el pasaje citado de Retrospection and Introspection. El uso de la letra mayúscula, al nombrarse ciertos sustantivos tales como Espíritu, Verdad, Vida, Amor, cuando estos se emplean como sinónimos de Dios, da al estudiante un concepto mucho más alto y amplio del Principio. Haciendo referencia al diablo como la mente mortal, se descubre la naturaleza impersonal y mítica del mal, especialmente cuando se tiene en cuenta, según se explica en Ciencia y Salud (véase págs. 114: 13-22 y 210:19-24) que el término "mente mortal" es un solecismo, un uso impropio de la palabra "Mente", porque la Mente, Dios, es inmortal. La terminología científica, revelada por la comprensión espiritual de Mrs. Eddy, es aceptada sin modificaciones por los estudiantes de la Christian Science. Ella aprobaba el pensamiento original, y esto significa lozanía y novedad de expresión, por supuesto siempre que esté en conformidad con la ya establecida terminología.

Las ideas espirituales, al tener su fuente y substancia en el Espíritu, forzosamente necesitan ser explicadas en lenguaje humano a aquel que cree que está habitando en un universo material. Sin embargo, en la iluminación de la creación tal como la interpreta el Principio divino, no existen dos universos, uno espiritual y el otro material. Ya que el Principio divino es infinito y eterno, su universo es también infinito y eterno. Esto no deja lugar alguno para otro universo, ni tiempo en que pudiera existir — ya que el infinito llena todo el espacio y lo eterno constituye la continuidad ininterrumpida. La aparición de un universo material, finito y temporal sólo puede explicarse clasificando a tal universo como un concepto erróneo acerca del universo real y espiritual.

Si uno acepta el hecho de que sólo existe un universo, tiene necesariamente que corregir cualquier interpretación basada sobre la suposición de la existencia de dos universos. Lo espiritual no puede en realidad ser interpretado a lo material, ni lo divino a lo humano. Lo material o humano no es una entidad que existe de por sí; es sólo una falsa interpretación. Aun cuando desde el punto de vista humano uno parezca estar interpretando lo espiritual al sentido humano, debiera reconocer incesantemente que el Principio divino del universo es el que está interpretando el universo. Reconocerá asimismo que esta facultad interpretativa pertenece al poder del Cristo, enseñado y demostrado por el Nazareno y explicado científicamente por la Christian Science.

El consiguiente esclarecimiento no debiera considerarse como un concepto restringido e imperfecto que se va orientando, sino que es el concepto material o restringido que va cediendo o disminuyendo ante la luz de la realidad espiritual. Lo que en efecto sucede es que se está experimentando más de lo espiritual en la propia comprensión, a pesar de que bajo el punto de vista humano parecería que la mente humana se estuviera esclareciendo por medio del lenguaje humano. El modo de juzgar acerca de cuál lenguaje humano es el más apropiado para expresar el lenguaje del Espíritu no estriba entonces en que sea el medio más adecuado para comunicar el sentido espiritual — aunque así pueda parecer a los sentidos humanos — sino, en que sea aquel elemento que no es demasiado restrictivo como para que aparezca la lucidez y la naturaleza del Espíritu, la cual se interpreta de por sí.

Evidentemente este es el caso con el idioma inglés. De lo contrario, la Christian Science no se habría expresado humanamente en primer lugar en ese idioma. En el pasado el idioma alemán era considerado el más adecuado a la filosofía humana. Para la filosofía divina y que es la Christian Science, el idioma más apropiado es el inglés. Todo Científico Cristiano de cualquier país o idioma debe reconocerlo. Tal reconocimiento implica la necesidad ya sea de mejorar los conocimientos que uno tuviera del idioma inglés o de comenzar a aprenderlo en cuanto se presente la oportunidad. Un conocimiento más amplio del idioma inglés es un importante auxiliar para la comprensión del lenguaje del Espíritu.

Meditando y quizá leyendo en voz alta la versión inglesa de la Biblia (King James Versión), nos familiarizamos con lo mejor del idioma inglés. La noble, clara y monumental fraseología de esta Biblia no ha sido superada en ninguna otra traducción inglesa de las Escrituras. Las obras de Mrs. Eddy, junto con su valor metafísico, contribuyen a una mejor comprensión fundamental del idioma inglés. En sus obras abunda la fraseología original, la visión poética y los admirables análisis, en tanto que su vocabulario es de los más amplios entre los grandes autores de todos los tiempos.

Al estudiar la Christian Science mediante el uso de la Biblia y las obras de Mrs. Eddy, uno debería recordar que las palabras, en lo que atañe al universo del Espíritu, no son ideas divinas, sino que sirven para indicar tales ideas divinas. De lo contrario uno podría estar sujeto a la mera letra que mata, e introducir la adoración y santidad de los signos y símbolos. Por otra parte, las palabras que se refieren a la mente mortal en sus muchos aspectos espurios no tratan de entidades que en realidad existan; estas palabras, a la luz de la Ciencia espiritual no se refieren sino a la nada. Es conveniente reconocer que en último término todo lo que hay de la mente mortal es el término en sí, y este es a su vez un solecismo.

Para el Científico Cristiano, sus libros tienen más valor y substancia cuando percibe que sólo puede experimentar espiritualmente aquello que esté en conformidad con su verdadera naturaleza, siempre que la reconozca como idea espiritual, como la imagen y semejanza de Dios. El estudio de la Christian Science debiera hacerse teniendo siempre en cuenta lo que uno ya es espiritualmente, más bien que en la actitud de una persona material y corpórea a quien las obras comunican ideas espirituales, pero que carece de la voluntad o habilidad para permitir que el sentido personal y material ceda a su verdadero ser espiritual. De este modo los valiosos libros citados parecerán siempre nuevos, abundando en frescura y espiritualidad.

Cuando según la ilustración alegórica del Génesis "era toda la tierra de una lengua y de unas mismas palabras", Jehová Dios — o sea Dios interpretado desde la base del sentido material — se inquietó por el esfuerzo que hacían los hombres por arrogarse cualidades deificas; y fué entonces que se produjo la confusión de lenguas babilónica. La antítesis bíblica de este esfuerzo humano de deificación, la hallamos en los Hechos de los Apóstoles, cuando los discípulos de Cristo Jesús — con la comprensión pentecostal de las enseñanzas e interpretación de su Maestro concernientes al universo, mirado bajo el punto de vista del Principio divino —"estaban todos juntos en un mismo lugar. ... Y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en lenguas extrañas, según el Espíritu les daba facultad de expresarse." Fué entonces que cada cual oyó hablar al prójimo en su propio idioma. Era el lenguaje del Espíritu el que se oyó hablar y se le pudo comprender porque la creencia de las muchas lenguas había sido lo suficientemente reducida.

Lo antedicho puede resumirse en las palabras de Mrs. Eddy, quien poseía la admirable facultad de traducir el lenguaje del Espíritu a comprensiva fraseología, clara a la vez que luminosa. Lo que sigue ha sido tomado de su obra The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany (pág. 238): "Dios, siendo Espíritu, Su lenguaje así como su significado son completamente espirituales. El conocimiento, sin inspiración, de las traducciones de las Escrituras ha impartido poco poder para practicar el Verbo. De ahí que la revelación, el descubrimiento y la presentación de la Christian Science — la Ciencia del Cristo, o 'nueva lengua' de la cual profetizó San Marcos — se convirtió en un requisito en el orden divino. Con las veloces alas del pensamiento espiritual el hombre se eleva por encima de la letra, ley o morale del Verbo inspirado hacia el espíritu de la Verdad, mediante el cual se alcanza la Ciencia que demuestra lo que es Dios."


¡Gracias a Dios por su don inefable!— II. Corintios, 9:15.

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