Toda persona esclarecida anhela ser libre de las limitaciones de todo género. Y esto porque el hombre en su estado verdadero goza de abundancia de bien y porque la libertad sin límites es una característica inegable de su ser.
¿Cuál es el estado verdadero del hombre? La Christian Science revela al hombre como el hijo de Dios, espiritual y no material. Cristo Jesús, el Mostrador del camino, demostró su propia filiación con Dios. El probó su habilidad de vivir una vida abundante y enseñó a los hombres que ellos también podían lograr la misma libertad espiritual. El dijo (Juan, 10:10): “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” Pero el Maestro pagó un alto precio por esa abundante libertad, precio que a veces los mortales se resisten a pagar. Subyugó y disipó los sentidos materiales, la falsa consciencia mortal en la cual parecen manifestarse todas las limitaciones. Sacrificó el yo mortal.
Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Christian Science, dice en su libro Miscellaneous Writings (pág. 66): “Para alcanzar la cima de la Ciencia, desde la cual se pueden discernir los perfectos métodos de Dios, el sentido material tiene que someterse al sentido espiritual, que le es superior, y la Verdad tiene que ser entronizada, ‘no mirando nosotros a las cosas que se ven, sino a las que aun no se ven.’ ”
La Christian Science nos señala la naturaleza irreal y falsa de los cinco sentidos corporales y explica que toda la evidencia obtenida por medio de éstos no es más que su propio estado subjetivo, lo cual significa que el sentido material es un aparente estado de consciencia que siente, oye y ve precisamente lo que cree. La Christian Science descubre el profundo e importante hecho de que los cinco sentidos no son parte de la individualidad verdadera. El Maestro los tenía completamente subyugados, y en el acto de la ascensión terminó por vencerlos. El sabía que los sentidos del hombre verdadero son espirituales y que sólo están conscientes del reino de Dios, en el cual la existencia es perfecta, inmortal y del todo buena. El dijo (Juan, 5:20): “El Padre ama al Hijo, y le manifiesta todo cuanto él hace.” Estar consciente del reino de Dios es tomar parte en el eterno y divino desenvolvimiento de la armonía. Pero aceptar el sentido mortal y material del ser como realidad es someterse a los engaños y limitaciones del materialismo.
Mrs. Eddy escribe en “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” (pág. 255): “En liga con el sentido material, los mortales toman puntos de vista limitados de todas las cosas.” Esto nos indica cómo debemos proceder para deshacernos del empobrecimiento mental de toda clase. Tenemos que dejar de estar “en liga con el sentido material”, esto es, dejar de creer lo que se siente y lo que se ve por medio de los sentidos corporales. En lugar de ello, debemos utilizar el sentido espiritual y dejar que la Christian Science interprete la vida para nosotros.
La pobre viuda que echó sus dos monedas en el arca de las ofrendas (Marcos, 12:41–44), debe de haber pesado en la balanza moral su amor hacia Dios y Su templo con el concepto limitado de la provisión que le presentaban los sentidos mortales, pero aun así su innegable naturaleza espiritual prevaleció. Evidentemente ella no estaba gobernada por el temor de verse completamente sin recursos, y así pudo destinar lo único que poseía a una causa buena. Este fué un caso en el cual las fuerzas espirituales de la gratitud y la obediencia sojuzgaron el llamado sentido material y con esto ganó ella la aprobación del Maestro. Los Científicos Cristianos que anteponen las necesidades del movimiento de la Christian Science a los placeres y las demandas de los sentidos materiales gozan de una creciente abundancia del bien en todo sentido. Tranquilamente la salud reemplaza la enfermedad, la debilidad da lugar a la fuerza, las limitaciones desaparecen y los ingresos se hacen adecuados, porque la actividad espiritual domina el pensamiento.
En la tal llamada experiencia humana parecemos recibir nuestra provisión de los mortales. Algunos percibimos salarios u honorarios de los que nos emplean, otros recibimos regalos o herencias de amigos o familiares. Las mujeres por lo general dependen de sus maridos y los hijos reciben su provisión de los padres. En esta aparente dependencia mutua que presenta el sueño humano, la provisión parece ser algo que está afuera del dominio del individuo y que es a menudo incierta por estar sujeta a los caprichos y la fortuna de los donantes.
Por otro lado, en la existencia científica, el hombre verdadero lo recibe todo de Dios y refleja esta perpetua provisión en las fuerzas de la inteligencia, la bondad, la santidad, la comprensión y el amor que él expresa en abundancia infinita.
¿Parece esto visionario y abstracto para aquel cuyos medios son reducidos, y quien teme a los gastos del mañana, no viendo por qué medio humano podrá venir su necesaria provisión? Entonces debe éste posesionarse más del hecho que descubre la Christian Science, a saber, que la consciencia individual ve sólo lo que piensa, y que su experiencia externa no es más que la exteriorización de sus creencias más íntimas. El no es víctima de las circunstancias sino de los pensamientos que alberga. Debe acallar esas creencias — ahogarlas, por decirlo así, con una inundación de las fuerzas divinas de la bondad desinteresada, las que constituyen su individualidad verdadera.
Mrs. Eddy nos ha revelado la clara distinción entre el hombre verdadero, el cual mora por siempre en la Mente en un estado de ilimitada actividad espiritual, y la falsa personalidad material que sufre limitaciones a cada paso. En estas memorables palabras ella nos indica el verdadero método de demostrar la abundancia (Miscellaneous Writings, pág. 185): “La renuncia voluntaria de todo lo que constituye el llamado hombre material, y el reconocimiento y logro de su identidad espiritual como hijo de Dios, es la Ciencia que abre las compuertas mismas del cielo, de donde el bien fluye por todas las vías dela ser, purificando a los mortales de toda inmundicia, destruyendo todo sufrimiento y demostrando la verdadera imagen y semejanza.”
Expresemos pues nosotros las fuerzas espirituales de la individualidad verdadera con una abundancia tan generosa que los ilusivos sentidos materiales y sus engañosas suposiciones serán disipados como la neblina es disipada por el sol.
