Cuando un estudiante de las matemáticas ha terminado los estudios señalados para el día, no supone por esto que nunca más tendrá otros problemas que solucionar. Al contrario, él sabe que mientras se dedique al estudio de las matemáticas, cada día se le presentarán nuevos ejemplos. Sin embargo, está seguro que no se le ha de pedir que solucione ningún problema para el cual no haya tenido la debida preparación, ya que las asignaturas, aunque ideadas a fin de adelantar los conocimientos del estudiante sobre la materia, guardan relación con las instrucciones que ha recibido. Además, puede estar seguro de que cada problema tiene su solución, puesto que todas las respuestas a estos problemas ya han sido verificadas.
De igual manera, el Científico Cristiano no debiera suponer que por estar dedicado al estudio de la Ciencia del ser, en adelante no tendrá que enfrentarse con ningún problema humano, ni esforzarse por vencerlo. Tampoco debiera esperar poder resolver todas sus dificultades y luego retirarse de la vida activa. Por otro lado, no debiera temer que ni ahora ni en el porvenir se le ha de presentar un problema que no tenga solución. Más bien debiera alegrarse de las oportunidades que se le ofrecen de probar lo que ha aprendido en la Ciencia, sobreponiéndose a toda prueba que se le presente y demostrando así que comprende las reglas de la Ciencia.
La noción de que por haberse ganado una victoria sobre el mal uno puede descansar sobre sus laureles, surge de la errónea doctrina teológica de que el cielo — un lugar de eterno descanso o de la ausencia de toda actividad útil — es alcanzado por medio de la muerte. Hay que cuidarse mucho de esta creencia errónea. Es en una vida más larga y no en la muerte que se ven los resultados del progreso. Hablando sobre los pasos humanos a tomarse, Mary Baker Eddy escribe en el libro de texto de la Christian Science “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” (pág. 66): “Las pruebas son señales del cuidado de Dios”, y en la página 224 del mismo libro dice: “Debería haber progreso sin dolor, acompañado de vida y paz en vez de discordancia y muerte.”
A la luz de estas declaraciones, el estudiante de la Christian Science percibe que los problemas no son meras obstrucciones destinadas a molestarle e impedir su progreso hacia Dios; más bien constituyen un reto para que ejerza sus conocimientos a fin de alcanzar aun mayores progresos espirituales. Los impedimentos y la ignorancia sólo se pueden vencer por medio de la demostración y así nuestro viaje hacia el Espíritu se apresura y se hace menos difícil.
Consciente del cuidado de Dios por Sus hijos y de Su amante provisión para su continuo desarrollo, Mrs. Eddy escribió en el Manual de La Iglesia Madre (Art. VIII, Sec. 1): “En la Ciencia, sólo el Amor divino gobierna al hombre; y un Científico Cristiano refleja las dulces amenidades del Amor, reprendiendo el pecado en un verdadero espíritu de hermandad, caridad y perdón.” Al hacer estas declaraciones en forma de un reglamento, Mrs. Eddy las instituye como una regla a la cual todo miembro de La Iglesia Madre debe atenerse. No importa cuan compleja o alarmante sea la situación que se les presente, los miembros de La Iglesia Madre deberán reflejar “las dulces amenidades del Amor” y probar el gobierno divino del Amor.
Aun cuando las sugestiones erróneas nos tienten a creer que algún problema humano es un enigma que no tiene solución, este jamás es el caso. “Para Dios todas las cosas son posibles” (Mateo, 19:26). No hay nada que pueda eludir la comprensión de la Mente que todo lo sabe. Dios es Todo y lo incluye todo. Nada que concierna a uno de Sus hijos está o puede estar fuera de la totalidad de Dios. Así como el estudiante de las matemáticas puede esperar siempre resolver lógicamente su problema, de igual manera el Científico Cristiano puede acudir confiadamente a Dios, la Mente que todo lo sabe, para encontrar la correcta solución de todo problema. Pablo lo expresa como sigue (I. Cor., 10:13): “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres: mas fiel es Dios, el cual no permitirá que seáis tentados más allá de lo que podáis sufrir; sino que ... proveerá también la vía de escape, para que podáis sobrellevarla.”
Al comprender por primera vez el significado de estas palabras, es decir, que la solución está con Dios porque es El quien provee “la vía de escape”, la que esto escribe solucionó un antiguo problema que le había parecido imposible solucionar, respecto a su justo lugar. Cuando niña su hogar se había disuelto. Más tarde vino la época de la crisis económica con sus acompañantes problemas, y finalmente la segunda guerra mundial con sus sugestiones de dislocación general. En el deseo de ayudarle, una persona muy querida le dijo unas palabras que le causaron mucha impresión: “Dios lo incluye todo; El está en todas partes.”
“Pues si Dios está en todas partes y lo incluye todo”, pensó ella, “en realidad ahora mismo estoy incluída en el plan todo inclusivo y armonioso de Dios, ocupando mi verdadero lugar y haciendo el trabajo que se me ha designado, bajo la infalible dirección de Dios. La respuesta a mi problema está con Dios, porque El es quien gobierna.”
Este pensamiento cambió de tal manera su perspectiva que al poco tiempo fué transferida a otro departamento de la empresa donde trabajaba. Aquí el trabajo ha sido satisfactorio y armonioso, y su progreso rápido. Al mismo tiempo una enfermedad crónica de la cual había padecido desapareció para siempre.
Toda dificultad que se nos presente tiene su solución. Como Científicos Cristianos se nos exige aplicar sinceramente las reglas de la Ciencia que ya sabemos y reflejar constantemente el Amor divino. Con esto estaremos preparados para percibir aun otras reglas necesarias para nuestro progreso. Las palabras consoladoras del Apóstol Santiago son tan aplicables hoy como cuando se pronunciaron (Sant., 1:5): “Empero si a cualquiera de vosotros le falta sabiduría pídasela a Dios, el cual da con largueza a todos, y no zahiere; y le será dada.”
