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El progreso, no los problemas

Del número de julio de 1949 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando un estudiante de las matemáticas ha terminado los estudios señalados para el día, no supone por esto que nunca más tendrá otros problemas que solucionar. Al contrario, él sabe que mientras se dedique al estudio de las matemáticas, cada día se le presentarán nuevos ejemplos. Sin embargo, está seguro que no se le ha de pedir que solucione ningún problema para el cual no haya tenido la debida preparación, ya que las asignaturas, aunque ideadas a fin de adelantar los conocimientos del estudiante sobre la materia, guardan relación con las instrucciones que ha recibido. Además, puede estar seguro de que cada problema tiene su solución, puesto que todas las respuestas a estos problemas ya han sido verificadas.

De igual manera, el Científico Cristiano no debiera suponer que por estar dedicado al estudio de la Ciencia del ser, en adelante no tendrá que enfrentarse con ningún problema humano, ni esforzarse por vencerlo. Tampoco debiera esperar poder resolver todas sus dificultades y luego retirarse de la vida activa. Por otro lado, no debiera temer que ni ahora ni en el porvenir se le ha de presentar un problema que no tenga solución. Más bien debiera alegrarse de las oportunidades que se le ofrecen de probar lo que ha aprendido en la Ciencia, sobreponiéndose a toda prueba que se le presente y demostrando así que comprende las reglas de la Ciencia.

La noción de que por haberse ganado una victoria sobre el mal uno puede descansar sobre sus laureles, surge de la errónea doctrina teológica de que el cielo — un lugar de eterno descanso o de la ausencia de toda actividad útil — es alcanzado por medio de la muerte. Hay que cuidarse mucho de esta creencia errónea. Es en una vida más larga y no en la muerte que se ven los resultados del progreso. Hablando sobre los pasos humanos a tomarse, Mary Baker Eddy escribe en el libro de texto de la Christian Science “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” (pág. 66): “Las pruebas son señales del cuidado de Dios”, y en la página 224 del mismo libro dice: “Debería haber progreso sin dolor, acompañado de vida y paz en vez de discordancia y muerte.”

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