Cuando yo emprendí el estudio de la Christian Science estaba sufriendo desde hacía varios años de indigestión. A la verdad ya no esperaba recuperar la salud y me consideraba un anciano. Menciono esto porque desde entonces he podido constatar que la creencia de la incapacidad permanente es uno de los medios por los cuales la mente mortal trata de esclavizarnos.
Al contarnos un amigo nuestro que mediante la Christian Science él se había sanado de una enfermedad muy parecida a la mía, nos procuramos un ejemplar del libro de texto y comenzamos a estudiarlo. Fué motivo de gran sorpresa para mí encontrar que mucho de lo que Mrs. Eddy enseñaba en Ciencia y Salud era justamente lo que yo había estado buscando desde hacía mucho tiempo, de manera que no tuve ninguna dificultad para aceptar de todo corazón esta Ciencia.
Sus enseñanzas respecto a la oración corroboraban con la verdad afirmativa mis razonamientos lógicos, aunque en mi caso negativos; pues yo me decía: si Dios es omnisciente, El conoce todas mis necesidades; si El es omnipotente, puede suplirlas; y si El es un Dios de amor, así lo hará sin que yo tenga que pedírselo. Por otra parte, Mrs. Eddy establece muy lógicamente la verdad positiva de que el hombre, como idea de Dios, es ahora mismo espiritual y perfecto, relacionado únicamente con Dios y no con ninguna creencia material acerca de Dios y el hombre, que haría de éste un ser que pueda carecer del bien. Percibí que Dios es en verdad todo vidente; que El es el Amor divino y que por tanto podemos probar la verdad de la declaración hecha en la página 494 de Ciencia y Salud: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana.” Con esto mi concepto de la vida cambió por completo.
También obtuve un concepto enteramente nuevo acerca de la expiación. Comprendí que no era una especie de reconciliación, mediante la cual el hombre halla el favor de Dios, pero que muy al contrario el hombre es uno con Dios, y que las bendiciones a las cuales tiene derecho sólo se ven limitadas en proporción a su capacidad para recibirlas. La clara percepción de Mrs. Eddy acerca de la irrealidad del mal y de la materia me causó gran alegría. Discernir el contraste entre el testimonio de los sentidos corporales y la verdad percibida por el sentido espiritual también constituyó un despertar maravilloso para mí. Al principio me era difícil comprender cómo este entendimiento podía tener un valor práctico para la curación del cuerpo humano, pero a pesar de esta falta de comprensión más tarde pude comprobar definitivamente que sí lo tenía.
Un día me vi atacado por un agudo dolor que anteriormente había sido diagnosticado como apendicitis. Creo que me habría visto obligado a operarme si mi esposa, quien estaba más adelantada que yo en sus estudios de la Christian Science, no hubiera venido en mi ayuda. La curación se efectuó de una manera extraordinariamente rápida mientras ella, sentada al lado de mi cama, leía el libro de texto de la Christian Science. También fuí curado de varios males del estómago.
Sería difícil describir la alegría que nos ha dado el pensar que ahora podíamos entrar en un nuevo mundo de experiencia por medio de la Christian Science; y no sólo hemos podido ayudarnos a nosotros mismos sino que también podemos ser de ayuda a los demás. Hemos constatado que nuestros niños han podido poner en práctica las enseñanzas que reciben en la escuela dominical; y el ser nosotros miembros de una iglesia filial nos ha proporcionado grandes bendiciones.
Somos miembros de La Iglesia Madre y hemos tenido el privilegio de recibir instrucción en una clase autorizada de la Christian Science, lo cual ha acelerado nuestro progreso espiritual. Cuando el error se nos presenta le hacemos frente mediante un fiel y cuidadoso estudio de las obras de nuestra Guía.
Finalmente, desearía expresar mi profunda gratitud por las Lecciones Bíblicas. El curso de enseñanza que ellas proveen ha sido para mí de inestimable valor durante muchos años.— Birmingham, Warwickshire, Inglaterra.
El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, por cuanto Jehová me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los mansos; me ha enviado para vendar a los quebrantados de corazón, para proclamar a los cautivos libertad, y a los aprisionados abertura de la cárcel; para proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de la venganza de nuestro Dios; para consolar a todos los que lloran; para comunicar la alegría a los que lloran en Sión, dándoles hermosura en lugar de ceniza, el aceite de gozo en vez de lamentos, y el manto de alabanza en lugar de espíritu de pesadumbre; para que sean llamados árboles de justicia, plantados por Jehová mismo, para que él sea glorificado.— Isaías, 61:1–3.
