Un ministro evangélico del siglo pasado, el Rev. Dr. Talmage, dijo: “Hay agudeza, humor y vivacidad entre la gente de Dios.” Mary Baker Eddy cita sus palabras aprobatoriamente en la página 117 de Miscellaneous Writings. En su propia vida, ella reflejó las gratas cualidades de ágil agudeza, un humor amable y una vivacidad que evocaban el gozo espiritual verdadero del hombre como imagen de Dios.
Aprendemos en la Christian Science que el Creador, Amor divino, confiere al hombre todas las cualidades benéficas. Le dice eternamente: “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas” (Luc. 15:31). Los atributos esplendentes de Dios que al hombre pertenecen por reflección, al “yo” verdadero de todos nosotros, hallan su expresión humana en cualidades tales como el despejo, la agudeza de ingenio, el júbilo, la amabilidad, la longanimidad y la inmunidad a toda ofensa. Por contra, la cohibición, la estolidez o embotamiento, el descontento y el mal humor no pertenecen al hombre porque tampoco pertenecen a Dios. La comprensión de esta verdad puede disipar cualquier fealdad en los modales o en la disposición que la mente mortal pueda atribuir a uno.
Un estudiante de la Christian Science se allegó en cierta vez a un practicista con la súplica: “Sírvase darme un tratamiento para hacerme de buen humor.” ¿Qué es eso de buen humor? ¿No significa expresar la naturaleza o el humor de Dios, origen de todo lo bueno? ¿Y qué otra cosa puede expresar el hombre como Su imagen y semejanza? Sólo puede amar; nunca puede estar mal humorado o enojado. La displicencia, la irritabilidad y la crítica pueden eliminarse del comportamiento humano mediante la comprensión y aplicación de las enseñanzas de la Christian Science, que nunca condena a nadie, sino que muestra amablemente cómo vencer el error en uno mismo y en los demás. La perfección se logra persistiendo en practicar o en comprender las cualidades verdaderas del hombre creado a la semejanza de Dios.
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