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La substancia que vivifica

[Original en francés]

Del número de julio de 1951 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En el Evangelio de San Juan se relate que un día, cuando Jesús enseñaba a los judíos en la sinagoga de Capernaum, halló que sus oyentes no entendían nada de lo que les explicaba de la naturaleza verdadera del Cristo y de Dios como su Padre. Sus mismos discípulos hallaban sus palabras difíciles de comprender. Procurando hacer su significado claro y explícito, les dijo (6:51): “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo: si alguno comiere de este pan, vivirá eternamente.” Y con las memorables palabras que son un punto cardinal en sus enseñanzas, sintetizó: “Es el espíritu que da vida, la carne de nada aprovecha: las palabras que yo os he hablado espíritu y vida son.”

Mediante los escritos de nuestra inspirada Guía, Mary Baker Eddy, la Christian Science enseña que “el Espíritu, sinónimo de la Mente, el Alma o Dios, es la única substancia verdadera” (Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 468). De lo cual se deduce que el Espíritu divino es la única substancia vivificante que anima y nutre al universo, incluso el hombre. Luego la substancia verdadera es esencialmente espiritual, perfecta, infinita, eterna e incapaz de manifestar ni la más leve discordancia o imperfección. A la luz de esta enseñanza, el Científico Cristiano se da cuenta de que lo que pasa por substancia de la materia es una creencia errónea, una ilusión, una falsificación imperfecta y efímera de la substancia real.

Mrs. Eddy va fondo de este asunto cuando declara (ib., pág. 257): “La Mente crea Su propia semejanza en ideas, y la substancia de una idea dista mucho de ser la supuesta substancia de la materia no inteligente.” Ante estas realidades, el estudiante de la Christian Science reconoce que el hombre refleja la substancia del Espíritu, que en verdad vive, se mueve y tiene su ser en el ambiente espiritual.

Todas nuestras necesidades diarias pueden proveerse mediante nuestra comprensión de la substancia verdadera, fuente y esencia de las ideas espirituales. “Dios os da Sus ideas espirituales, y a su vez, ellas os dan el sustento diario,” nos asegura nuestra Guía en la página 307 de Miscellaneous Writings. En otras palabras, la idea espiritual, la idea correcta es lo que soluciona nuestro problema de la provisión, anulando el error o falso concepto que sugiere carencia.

La Christian Science enseña que el hombre es la idea compuesta espiritual de Dios; luego esta idea multiforme es incorruptible e imperecedera. Como espiritual que es, tal idea cuya substancia es perfecta e indestructible no puede alterarse, deteriorarse, enfermar, envejecer ni morir. Como es vital entender ésto a fin de dar tratamiento al enfermo, así la comprensión práctica de la naturaleza inagotable de la substancia espiritual y eterna elimina la creencia de la carencia, la pobreza o la escasez.

En la medida en que demostremos la consciente unidad entre Dios, el Todo infinito, y el hombre como Su idea espiritual participamos en la armonía y pujanza de la Vida divina. Es tan imposible que nos separemos del Espíritu que es Vida y substancia, como lo sería que la rama de un árbol se desprendiera del tronco vivificador, y siguiera viviendo. Puesto que, según la Christian Science, la substancia del hombre es espiritual, no debemos considerar el cuerpo material como la individualidad nuestra ni de ningún otro, sino vivir con la comprensión inspirada de que hombre es imagen, idea, infinitamente superior a lo que llaman corporalidad, enfermedad, padecimiento — superior a toda condición material o física. El tratamiento eficaz es el que no admite la realidad de ningún concepto del cuerpo que no sea el espiritual y eterno.

En nuestra labor curativa es preciso declarar la verdad de que la identidad o el cuerpo del hombre, es la idea de Dios, rechazando así el error de que lo sea un organismo debilitado o la supuesta substancia material enferma. Debemos comprender que, siendo espiritual el hombre, su substancia es perfecta, invulnerable, y está fuera del alcance del error; que es inmune a la materia o las creencias materiales incluso la enfermedad y el dolor. Esta percepción de la realidad traspasa o trasciende la mortalidad — la mente mortal con todas sus falsas creencias — y nos eleva al nivel de la consciencia del Cristo, en la cual escuchamos la voz tenue y apacible de la Verdad que dice: “Estás sano.” En tal comunión espiritual con la prepotencia del Cristo, vemos que el hombre tiene dominio sobre toda circunstancia o condición o pensamiento material. En consecuencia, nuestra vida se vuelve más amplia, más gozosa y más rica de lo que había sido anteriormente.

El Espíritu es el que da vida, purifica, exalta y cura. Las ideas espirituales son substancia vivificante que anula los defectuosos conceptos de la mente mortal. Por cada sugestión errónea hay una idea correcta; por cada concepto de enfermedad una idea de salud; por cada pensamiento de odio uno de amor; por cada indicio de carencia una idea de abundancia; y por cada insinuación de discordancia o de discordia una idea de armonía. Sepamos de seguro que Dios, el Espíritu, incluye en Sí la idea adecuada para solucionar cualquier problema nuestro; que esta idea correcta se halla asequible a cada momento que se requiera. Nunca, pues, dudemos ni temamos, antes bien tengamos fe en los recursos inagotables de la divina Providencia, por siempre a la disposición del hombre, la idea de Dios.

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