Siempre tuve desde mi infancia un anhelo de conocer mejor a Dios. Me esforzaba por ser mansa y humilde, por perdonarlo todo y ser siempre obediente. Cuando me dediqué al estudio de la Christian Science, percibí cuán esencial es la obediencia a las enseñanzas de Cristo Jesús.
Unos años antes me fué regalado un ejemplar del Christian Science Sentinel, el cual leí y releí muchas veces. Durante mucho tiempo había sufrido malestar del estómago, estreñimiento y los efectos de una caída, en la cual me había fracturado la espina dorsal. Pedí la ayuda de un practicista y sané instantáneamente de las tres cosas. Nunca olvidaré la maravillosa sensación de comunión con Dios que sentí en ese momento. En seguida destruí todas mis medicinas y desde ese momento me he apoyado enteramente en Dios.
Agradezco en verdad la inspiración y el avivamiento moral que experimenté con esa curación. Aprecio grandemente el privilegio de ser miembro de La Iglesia Madre y de una de sus filiales como también el bendito privilegio de haber recibido instrucción en una clase autorizada de la Christian Science. También doy gracias por la oportunidad que tuve de pasar unos días en el Sanatorio de la Asociación Benévola de la Christian Science en la costa del Pacífico, que fué un gran beneficio para mí. Las actividades de la Iglesia en las cuales participo y las publicaciones me aportan gran alegría e inspiración. Mi más sincero deseo es amar mejor al prójimo y ser tolerante y paciente. Mi corazón se desborda de gratitud hacia nuestra amada Guía, Mary Baker Eddy, quien ha proporcionado tanta felicidad al género humano.
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