Al ingresar en una universidad, siendo yo religioso por naturaleza, opté por el ministerio e hice los preparativos necesarios para esa vocación. Dos años después de comenzados mis estudios y durante los cuales me ví asediado por problemas de crítica más alta, teología escolástica y discusiones filosóficas, cambié de curso de estudios.
Entretanto, me había afiliado a otra iglesia ortodoxa en busca de más liberalismo en la religión. Pero tal cambio no solucionó mis problemas y me hallé al garete en el mar de la vida. Más de treinta años después, un amigo y consocio me prestó un ejemplar del libro de texto de la Christian Science, Ciencia y Salud, por Mrs. Eddy. Su lectura me despertó al estudio de la Ciencia divina y solicité la ayuda de un practicista, porque me urgía adquirir un empleo satisfactorio y vencer una sensación de carencia de fondos.
Se me ordenó: “Buscad primeramente el reino de Dios, y su justicia; y todas estas cosas os serán dadas por añadidura” (Mateo 6:33). En seguida frecuenté cuanto pude una sala de lectura de la Christian Science para aprovechar el tiempo estudiando, y grande fué mi recompensa consiguiente. Mis relaciones de negocios empezaron a mejorar y dieron por resultado un éxito que superó a cuanto pudiera haber esperado de otra manera.
Aunque yo no acudí a la Christian Science en busca de salud física, años después encontré que puede uno probar su eficacia cuando uno está enfermo tanto como cuando está sano. Me hallaba lejos de mi hogar en una ciudad remota cuando me atacó de repente un malestar que los facultativos hubieran diagnosticado como apendicitis, una dislocación del apéndice vermicular, o peritonitis. Mi único médico fué la Christian Science. Gracias al tratamiento de distintos practicistas en diversas fechas, recobré mi salud por completo en mes y medio. En nuestra familia hemos experimentado otras curaciones de dolores de cabeza, graves quemaduras y fiebre escarlatina, mediante la comprensión y aplicación de la verdad según enseña la Christian Science.
Yo estoy muy agradecido a nuestra reverenda Guía, Mary Baker Eddy, Descubridora y Fundadora de esta Ciencia, por habernos legado tan admirable verdad enseñada y practicada anteriormente por Cristo Jesús, el Ejemplificador del camino. Doy las gracias por ser miembro de La Iglesia Madre y de una de sus filiales, y por haber recibido instrucción facultativa de la Christian Science. También agradezco las oportunidades que he tenido de servir en diversas actividades de nuestra Causa.— Winter Park, Florida, E.U.A.
