Cristo Jesus veía claramente que el modo de librarnos de los males de la carne y de toda la materialidad estriba en comprender y sostener científicamente la identidad verdadera del hombre como hijo de Dios. Se esforzó por hacer que los hombres reclamaran y probaran esa filiación. Es evidente que mientras siga uno creyendo en la creación carnal, en el nacimiento y en sí mismo como material viviendo en un cuerpo físico, el nuevo nacimiento y el hombre nuevo de que hablara Jesús no puede ni aparecer ni demostrarse. El indicó que este nuevo nacimiento exige que renunciemos valerosamente a toda falsa creencia en un creador material y, por consiguiente, la necesidad de interpretar y tomar hasta el mismo parentesco sobre una base cierta.
A ésto se refería el Maestro cuando dijo (Mat. 23:9): “A nadie llaméis padre vuestro sobre la tierra; porque uno solo es vuestro Padre, el cual está en los cielos.” Mrs. Eddy, la Descubridora de la Christian ScienceEl nombre dado por Mary Baker Eddy a su descubrimiento (pronunciado Críschan Sáiens) y que, traducido literalmente, es la “Ciencia Cristiana.”, escribe sobre este particular en su libro de texto, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” (pág. 31): “Jesús no reconoció los vínculos de la carne. Dijo: 'A nadie llaméis padre vuestro sobre la tierra; porque uno solo es vuestro Padre ,el cual está en los cielos.' Otra vez preguntó: '¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?'— significando así que lo son aquellos que hacen la voluntad de su Padre. No hay constancia que indique que él llamara a hombre alguno por el nombre de padre. Reconocía el Espíritu, Dios, como el único creador, y por tanto como el Padre de todos” También David reconoció en cierto grado su verdadera filiación espiritual al declarar (Salmo 100:3): “Reconoced que Jehová él es Dios: él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.”
Es probable que a veces propendamos a rehusarnos a renunciar a la creencia en el nacimiento o la paternidad humanos. Pero ¿no beneficiamos a nuestros hijos y a nosotros mismos cuando vemos y sabemos que en nuestra individualidad verdadera somos hijos de Dios, ideas de la Mente, la gloriosa expresión del Amor? Nacer del Espíritu significa, ante todo, reconocer que sólo Dios es a la vez nuestro Padre y nuestra Madre, la divina causa creativa, y que el hombre existe hoy mismo, no en un cuerpo material, sino como la expresión espiritual de Dios, el Alma, la Vida, el Amor.