Uno de los casos más notables de la provisión espiritual de Dios es la alimentación de los cinco mil que relatan los Evangelios. Esta prueba admirable de la abundancia divina manifestada por mediación de Jesús el Cristo constituye una lección objetiva para los que deseen comprender más completamente la afluencia de Dios. El relato que de tal caso hacen los Evangelios se ha recontado a veces relacionándolo con el trabajo metafísico preparatorio para una conferencia sobre Christian Science. Su aplicación es de gran alcance, y cada vez que se estudia y aplica aporta renovada ayuda e inspiración en una diversidad de circunstancias.
Como en otros casos que registra la Biblia, en éste son de observarse tres factores: el Cristo, los discípulos y la muchedumbre. ¿No están presentes estos tres factores, hasta cierto punto, en toda conferencia sobre Christian Science? Primero está la Verdad, el alimento espiritual. El fruto del Espíritu se halla en el Cristo, siempre presente en abundancia infinita por emanar de una fuente que, siendo espiritual, es ilimitada. Puede decirse que el conferenciante y los miembros de la iglesia filial que dan la conferencia constituyen el factor segundo bíblicamente representado por los discípulos, un factor muy importante, dado que se concierne con nuestra parte individual en la tarea. La parte del conferenciante consiste en preparar y pronunciar la conferencia, y es también privilegio de los miembros ayudar a prepararla metafísica- mente y desempeñar todos los arreglos del caso reflexiva y competentemente. El auditorio puede ser el tercer factor, o sea los que esperan paciente y receptivamente el agua de la Vida, el pan de la Verdad y la inspiración del Amor.
Acaso convenga examinar aquí algunas de las sugestiones que suelen asaltar a quien se ocupe metafísicamente en la preparación de la conferencia a pronunciarse. Primero, algunos puden creer que su comprensión del Cristo es inadecuada para alimentar a tantos. Eso se vieron tentados a creer los discípulos en el desierto. No veían más que cinco panes y dos peces. Tenían consciencia de que se aproximaba la noche, de que la multitud estaba fatigada y el lugar desierto. Pero esa sensación de carestía se debía a su perspectiva material de escasez.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!