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La función del Cristo en la conferencia sobre Christian Science

Del número de enero de 1953 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Uno de los casos más notables de la provisión espiritual de Dios es la alimentación de los cinco mil que relatan los Evangelios. Esta prueba admirable de la abundancia divina manifestada por mediación de Jesús el Cristo constituye una lección objetiva para los que deseen comprender más completamente la afluencia de Dios. El relato que de tal caso hacen los Evangelios se ha recontado a veces relacionándolo con el trabajo metafísico preparatorio para una conferencia sobre Christian Science. Su aplicación es de gran alcance, y cada vez que se estudia y aplica aporta renovada ayuda e inspiración en una diversidad de circunstancias.

Como en otros casos que registra la Biblia, en éste son de observarse tres factores: el Cristo, los discípulos y la muchedumbre. ¿No están presentes estos tres factores, hasta cierto punto, en toda conferencia sobre Christian Science? Primero está la Verdad, el alimento espiritual. El fruto del Espíritu se halla en el Cristo, siempre presente en abundancia infinita por emanar de una fuente que, siendo espiritual, es ilimitada. Puede decirse que el conferenciante y los miembros de la iglesia filial que dan la conferencia constituyen el factor segundo bíblicamente representado por los discípulos, un factor muy importante, dado que se concierne con nuestra parte individual en la tarea. La parte del conferenciante consiste en preparar y pronunciar la conferencia, y es también privilegio de los miembros ayudar a prepararla metafísica- mente y desempeñar todos los arreglos del caso reflexiva y competentemente. El auditorio puede ser el tercer factor, o sea los que esperan paciente y receptivamente el agua de la Vida, el pan de la Verdad y la inspiración del Amor.

Acaso convenga examinar aquí algunas de las sugestiones que suelen asaltar a quien se ocupe metafísicamente en la preparación de la conferencia a pronunciarse. Primero, algunos puden creer que su comprensión del Cristo es inadecuada para alimentar a tantos. Eso se vieron tentados a creer los discípulos en el desierto. No veían más que cinco panes y dos peces. Tenían consciencia de que se aproximaba la noche, de que la multitud estaba fatigada y el lugar desierto. Pero esa sensación de carestía se debía a su perspectiva material de escasez.

Cristo Jesús, sabedor de la infinita provisión de Dios, rebosaba en compasión del gentío hambriento y anhelaba abastecer tanto su necesidad espiritual como la temporal. Su mundo era un mundo de luz y abundancia. El Maestro animó a sus discípulos a que apartaran su mirada del sentido material y limitado de la provisión y a que utilizaran lo que poseían como mejor entendieran, seguro de que, si lo hacían así, bastaría y habría abundancia para todos.

¿No es esto lo cierto respecto a nuestro conocimiento del Cristo? Lo poco que sabemos de la Verdad y del Amor es suficiente si lo expresamos, compartiendo con los demás el precioso tesoro de nuestro caudal espiritual. ¿Quién ha encontrado alguna vez que el Cristo es insuficiente para satisfacer la necesidad? Pero es preciso que estemos dispuestos, y en verdad que anhelemos obedecer a Dios, un deseo espontáneo de curar a los enfermos y a los afligidos y una genuina compasión hacia los menesterosos. El conferenciante se vuelve a Dios de todo corazón. El confía en que los miembros de la iglesia obedezcan a lo que indique el Amor divino y apoyen su mensaje.

Aquí es bueno recordar que una conferencia no es algo rutinario que ocurre cierto número de veces al año en cumplimiento de una obligación necesaria. Una conferencia sobre Christian Science es un acontecimiento sagrado, una gozosa reunión, una experiencia fructífera que trae consigo bendiciones espirituales. Es una oportunidad de convidar al extranjero que esté dentro de nuestras puertas al festín del Alma, para que comparta con nosotros nuestros inestimables tesoros espirituales. Centenares de los que concurren a una conferencia sobre Christian Science se convencen de que han hallado la verdad. Su vida ya no sigue siendo la misma. Ni tan tediosa, ni tan doliente, ni tan enferma o sin objeto como anteriormente. Han subido un peldaño en la escalera de la tierra al cielo. Los —ángeles intuiciones espirituales — ascienden y descienden; su consciencia se les atesta de mensajes de Dios. Y los que se sienten espiritualmente inspirados claman agradecidos como Jacob en Betel (Gén. 28:16): “¡Verdaderamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía!”

Cada miembro tiene su parte que desempeñar en oración metafísica preparatoria de la conferencia. Algunos tienen el deber adicional de asignar asientos o hacer que otros los asignen a los que van llegando; otros se encargan de recibir y de presentar al conferenciante; otros, de anunciar la conferencia en la prensa, y así sucesivamente. La ley y el orden, así como el amor, caracterizan la conferencia sobre Christian Science. Cuando Jesús alimentó a los cinco mil, tuvieron su parte el orden v la humildad. Dícenos el Evangelio según Marcos (6:39): “Y les mandó que hiciesen recostar a todos por partidas sobre la hierba verde.”

En una conferencia sobre Christian Science, el Cristo atrae al auditorio y asegura orden en todos los detalles del caso. Y el Cristo es lo que exije la humildad necesaria para la clara recepción del mensaje. “La hierba verde” es símbolo de la humildad. ¿No dice Mary Baker Eddy en “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” (pág. 516: 13–15): “La yerba bajo nuestros pies silenciosamente exclama: ‘Los mansos heredarán la tierra?’ ”

Los mansos que hayan aceptado la Verdad salen de la conferencia sanos e inspirados espiritualmente. El mensaje de por sí puede ser que se recuerde luengamente después de que lo pronuncie el conferenciante; pero lo que se logra como fruto — la curación que se realizó, las vidas que se regeneran, la santa inspiración que se adquiere — perdurará hasta que el tiempo deje de ser.

Si hospedamos al Cristo, que Mrs. Eddy define en parte como “la manifestación divina de Dios, que viene a la carne para destruir el error encarnado” (ibíd., pág. 583), no dejaremos de encontrar que nuestra conferencia sobre Christian Science cumple con su misión. Los que tengan hambre de espiritualidad serán hartos, y quedarán doce cestas llenas de los fragmentos del festín. Tal abundancia se evidenciará en los nuevos que visiten nuestras Salas de Lectura; en el aumento en las ventas de libros y demás literatura autorizada; en mayor concurrencia a la Escuela Dominical y a las reuniones testimoniales de los miércoles. Si nos vemos tentados a limitar nuestro propio concepto del Cristo, conviene recordar que el Cristo es de por sí ilimitado en alcance y en su influencia. Es imponderable el bien que resulta de una conferencia sobre Christian Science cuando escuchamos, albergamos y apreciamos al Cristo.

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