[Extractos de discursos pronunciados en las correspondientes reuniones de la Asamblea Anual de 1952 en la Extensión de La Iglesia Madre. Los discursos enteros aparecen en inglés en el Christian Science Sentinel del 5 de julio y del 28 de junio de 1952.]
Consagración al propósito de nuestra Guía
Consagración al propósito de nuestra Guía
Cristo Jesús enseñó que la salvación se logra mediante la prevención, el arrepentimiento, la regeneración y restauración. Y eso sintetiza en bajo relieve todo lo que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, como lo pone el cronista de los Hechos de los Apóstoles. De idéntica manera los discípulos de la actualidad deben dar “frutos dignos de arrepentimiento” (Mateo 3:8), porque, como dijo el Maestro (Mateo 7:20): “Por sus frutos los conoceréis.”
La conducta del Científico Cristiano es lo único que testifica confiablemente de lo que profesa. La consagración al propósito de nuestra Guía hace a los discípulos de hoy día responder como Pablo a la visión: “Pasa a Macedonia, y ayúdanos.” Visión es el efecto de la inspiración y acompaña a la revelación. Inspirada por su propia curación solamente con oración y poder espiritual de un físico daño humanamente incurable, Mary Baker Eddy tuvo una visión del aprieto en que se halla la humanidad a merced de sus ídolos religiosos, médicos y de la sensualidad. Y la revelación de la Ciencia del Cristo la capacitó para responder a la necesidad de la humanidad.
El aparecimiento de “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” marcó el principio del fin de la materia y del materialismo. El desafío que la Verdad lanza a la materia recibió nuevo ímpetu con el descubrimiento hecho por Mrs. Eddy de que todo es Mente o sea Espíritu divino y que el universo de esta Mente es una expresión espiritual. Ahora que los físicos han reducido la materia a ecuaciones matemáticas y a términos de energía eléctrica, conviene recordar que en 1875 Mrs. Eddy desenmascaró la electricidad y que sólo ella ha explicado lo que es realmente la electricidad. Escribe en Ciencia y Salud (pág. 293): “La electricidad es el exceso violento de la materialidad que falsifica la esencia verdadera de la espiritualidad o de la verdad,— la gran diferencia está en que la electricidad no es inteligente, mientras que la verdad espiritual es Mente,“ y “La electricidad no es un flúido vital, sino la forma menos material de la conciencia ilusiva,— un estado material que carece de inteligencia y que no forma eslabón alguno entre la materia y la Mente y que se destruye a sí mismo.” Y partiendo del día en que ella hizo tales declaraciones, se ha venido adaptando la electricidad a prácticos usos en beneficio de la humanidad.
Dice asimismo Mrs. Eddy: “La acción atómica es Mente, no materia” (Miscellaneous Writings, pág. 190), dando a entender palpablemente que la potencia del átomo es una falsificación del poder espiritual de la Mente que es Dios. ¿Puede alguien dudar que la energía atómica habrá que utilizarse, no contra la humanidad, sino en provecho suyo?
Cuando declaran eminentes hombres de ciencia física que los sentidos materiales no son confiables y que su testimonio no es científico, vemos a través de la búsqueda insaciable de la verdad que los que así buscan acabarán inevitablemente por concordar con lo que nuestra Guía reveló al mundo y Jesús indicó cuando dijo (Juan 18:36): “Ahora empero mi reino no es de aquí.” El mundo interior y exterior del Espíritu es accesible y asequible mediante la Christian Science.
Hoy nos hallamos frente a frente con la determinación del ante-Cristo de negarle al individuo su legítimo lugar, si no es que su propia existencia. Una religión puede surtir su efecto únicamente por regeneración individual y sólo así puede mejorar a la sociedad. Ninguna necesidad de la sociedad es más básica que la necesidad del individuo. La religión es puramente metafísica. Jesús respondió a Pi- latos (Juan 18:36): “Mi reino no es de este mundo,” pero no dijo: Mi reino no es para este mundo. Toda verdad metafísica tiene aplicación práctica para las necesidades humanas.
Nuestra Guía indica (Ciencia y Salud, pág. 358) que “Si Dios está a merced de la materia, entonces la materia es omnipotente.” La Christian Science no está a merced del socialismo ni del comunismo ni de la materia médica: ella es en sí la panacea. Si el único agente curativo y preventivo es Cristo, entonces los otros sistemas no son un recurso apropiado para curar, para transigir, ni para dar o servir de expediente.
La diferencia radical entre el método del Científico Cristiano y los del materialista para allegarse a las necesidades humanas y satisfacerlas estriba en la diferencia entre curar y aliviar o mitigar, entre apelar a la materia y recurrir al Espíritu, entre gritar a Baal y orar a Dios. Para el Científico Cristiano, la filosofía, la psicología y la sociología apuntan, por inversión, hacia la religión esencial de Ciencia y Salud y del propósito de nuestra Guía. De igual manera toda ciencia física, “desconcertada y cansada de sus esfuerzos materiales,” ha de volverse de la materia al Espíritu.
La multiplicidad y la complejidad de las leyes forjadas por los hombres, superpuestas y contradictorias, demasiado numerosas y confusas para enumerarlas, menos aún obedecerlas, contrastan fuertemente con la sencillez, brevedad y claridad del Manual de La Iglesia Aladre. En este pequeño libro nuestra Guía expone el gobierno perfecto para la vida humana, el gobierno del Principio divino. Mrs. Eddy formuló los Estatutos de que consta en obediencia a lo que Dios le indicaba. Son la promulgación de la sabiduría directamente de la Mente divina. Para el Científico Cristiano consagrado, las amonestaciones de nuestra Guía son un mandato. Quien dirige por inspiración no se aparta de la senda recta. Pasos inspirados no son pasos vacilantes.
Mrs. Eddy ha dicho que los que entienden el Principio y su regla tienen una sola opinión a este respecto. Ella medía lo que enseñaba por la Biblia y Ciencia y Salud. Nada menos podemos hacer nosotros. El término Guía implica fieles seguidores. Seguimos a nuestra Guía sólo siendo fieles a su enseñanza. A principios de la iglesia Cristiana había muchos pedagogos prominentes, pero ninguno merecía tal título si enseñaba y obraba contrariamente a la enseñanza y los hechos del Maestro. Así el maestro y el estudiante de la Christian Science de hoy día no atienden más que a la Biblia y al libro de texto y los otros escritos de nuestra Guía como su autoridad.
Conviene tener presente que Ciencia v Salud y las otras obras de nuestra Guía son correctas y completas; que como inspirada revelatriz, maestra y Guía Mrs. Eddy no pudo haber dejado una demostración defectuosa o incompleta. Por lo tanto, el texto de sus escritos permanecerá intacto por siempre. La Verdad revelada jamás cambia. Sólo necesita aceptarse, comprenderse y practicarse.
Hay analogía entre “A todos los sedientos: Venid a las aguas” de Isaías (55:1) y la invitación de nuestra Guía a que bebamos con ella las aguas vivientes del espíritu de su propósito. Aceptemos su invitación. Así impresionaremos de veras a la humanidad con la practicabilidad de la Christian Science: mediante vidas repletas de demostración veremos que el enfermo sana, el pecador se regenera y la humanidad sale de la neblina de la materia a la refulgencia del Espíritu y las cosas del Espíritu.
La curación nuestra oportunidad sin par
¡Desde qué alturas tan elevadas contemplaba nuestra amada Guía, Mary Baker Eddy, la luz y la gloria de la Ciencia divina y su maravilloso poder para curar! Qué bellamente describe su armonía e inmensidad en estas palabras de su excelsa poesía (The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 354):
Danos no sólo angelicales cantos,
sino la vasta Ciencia, en cuyos lares
se halla la lengua de esos seres santos
y el fúlgido cantar de los cantares.
En verdad que la vida en la Ciencia divina es un canto de paz espiritual y de felicidad infinita. Ningún tono disonante ni gemido quejumbroso ni grito de angustia se ha oído jamás en la naturaleza pletórica de armonía de esta Ciencia. Por lo cual la Ciencia es más que la declaración de la letra; resuena en la consciencia recónditos tonos muy dulces de perfección, inmortalidad y la gloria del ser.
Pero ¿cómo se inició en la consciencia humana este “cantar de los cantares” en nuestra era? Fué en la medianoche de la aflicción y el sufrimiento cuando Mrs. Eddy oyó sus tonos salutíferos, prepotentes, regocijadores y eternos. Cuando su mente vigilante percibió esta revelación, se articuló un nuevo idioma espiritual en el mundo. Con su luz que redime a los pueblos de todas las épocas, esta Ciencia es el Santo Consolador, el Salvador y la influencia que transforma.
Asegura Mrs. Eddy en el libro de texto, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras,” que cuando se entiende espiritualmente el Padre Nuestro, cura instantáneamente. Eso pasó con un nene que la profesión médica había declarado incurable. Un vecino habló a la madre acerca de la Christian Science y ella llamó a una practicista, mas cuando ésta llegó la madre la recibió en la puerta llorando y exclamando: “Demasiado tarde. Mi nene está muerto.” Sin embargo, la señora consintió en guiar a la practicista a donde estaba el cuerpo exánime del nene y luego la dejó sola con él en el cuarto. En unos veinte minutos regresó de puntillas y acercándose al cesto en que yacía su nene, exclamó boquiabierta: “¡Oh, está vivo!” La practicista alzó la vista y contempló al infante perfectamente normal, sonriéndose y emitiendo sonidos inarticulados.
¿Cómo desarrolló la practicista ese tratamiento con su poder para curar? Fué el influjo del Padre Nuestro en su significado espiritual en el que ella no repitió la oración palabra por palabra, sino que se dió cuenta de la presencia del amor paternal y maternal de Dios a tal grado que elevó su pensamiento al reino de la inspiración y la comprensión espiritual. Este estado de consciencia glorificado, en el que sintió ella la armonía de la Ciencia divina, invirtió la evidencia de los sentidos y demostró la Vida.
Cuando abramos nuestro libro de texto para estudiarlo en actitud de oración, preguntémonos: “¿Espero respirar la frescura y vitalidad que irradian sus páginas y así obtener un resultado inmediato? ¿Procuro hallar a nuestra Guía y su revelación en sus obras?” En caso afirmativo, las leeremos con honda inspiración, esclarecimiento y asimilación. Un lector que al principio parecía no entender Ciencia y Salud, al leer un día se dijo: “Ciertamente que puedo comprender lo que Mrs. Eddy quiere decirme en sus libros.” Inmediatamente se abrió su comprensión espiritual a lo que leía y sanó instantáneamente.
Es claro que a cada miembro de la Iglesia Científica de Cristo se le ofrece una oportunidad sin igual para que demuestre el poder curativo de la Ciencia divina. Dios nos impulsa a todos nosotros a que ascendamos demostrando consecuente e instantáneamente el poder del Espíritu que sana. Cuando la luz de la comprensión espiritual penetre a la consciencia humana, acallará las pretensiones del mal y disipará toda resistencia a la Verdad divina. Entonces una profunda paz espiritual revoloteará en torno de la humanidad, se hará sentir el ritmo del universo, y la Ciencia divina resonará triunfal y regocijantemente como “el cantar de los cantares.” Profética- mente ha declarado nuestra Guía (Miscellany págs. 307, 308): “Pero el Amor divino llevará a cabo lo que todos los poderes de la tierra, combinados, nunca podrán evitar que se lleve a cabo — el advenimiento de la curación divina y su Ciencia divina.”
Creciendo mediante nuestra actividad como miembros de la Iglesia
Al considerar cómo ser devotos miembros de la Iglesia, hay que reasegurarnos primero de que nuestra Causa representa el advenimiento de la idea divina en la era actual. La Iglesia no se limita a una sola localidad sino que es universal y está llevando a cabo su propósito divino en todas partes conforme a la ley de Dios.
La organización de la Christian Science, o sea la manifestación de la Iglesia verídica según aparece a la consciencia humana, no necesita sostenimiento. La organización consta de todas las actividades de nuestra Causa. Dios impartió directamente a nuestra amada Guía, Mary Baker Eddy, la inspiración para que fundara la Causa. Todo lo que le fué revelado respecto a la Iglesia y sus actividades, como la Escuela Dominical y las Salas de Lectura, es esencial.
Lo fructífero de cada actividad de la organización es proporcional a la comprensión de la idea verdadera de la Iglesia que sus miembros demuestren. Nuestra Causa sigue prosperando a medida que progrese el pensamiento de sus adeptos. Y es de toda importancia que la consagración de sus miembros se las inspire la sabiduría divina.
Los simples movimientos y la rutina que implica el trabajo de la iglesia, no bastan. Lo que importa es la devoción inteligente que caracterice nuestro servicio a la Iglesia. ¿Qué decir de los que desempeñen tareas humildes o inconspicuas o que sirvan en comités relativamente secundarios? Que pueden hacer por la Iglesia tanto si no es que más que los miembros activos que ocupen los puestos considerados de importancia. Que pueden poner en el desempeño de sus obligaciones lo que más necesita la Causa: consagración desinteresada y cualidades espirituales demostradas.
Estas cualidades naturalmente que enriquecen tanto a quien las ejercite como a la iglesia filial en la que las ejercite. Quien se halle con otros en un cuarto obscuro no puede encender una luz reluciente únicamente para él. La luz alumbra a todos los del cuarto. De manera idéntica, dada la naturaleza universal de la Verdad, no puede uno utilizar ideas verídicas sólo para sí mismo. Los otros que se encuentren al alcance de su pensamiento es seguro que se beneficien.
Consideremos ahora tres cosas prácticas esenciales para nuestra consagración con el consiguiente crecimiento individual como miembros activos de la Iglesia. Primero, debe comprenderse definitivamente que la consagración individual se consigue, no corrigiendo a otros miembros, sino corrigiendo y espiritualizando el pensamiento de uno mismo y así poniendo buen ejemplo para los demás.
En segundo lugar, en la meta a que se orienta nuestra consagración individual no hay que pasar por alto los argumentos del magnetismo animal contra las actividades de nuestra Iglesia. El propósito del magnetismo animal es oponerse y estorbar tales actividades. ¿Por qué? Porque el progreso de nuestra Causa y nuestra demostración del Cristo significan el fin del error.
Temeroso de su propia destrucción, el magnetismo animal se esfuerza por causar entre los Científicos sospechas, críticas y disensiones. Trata de hacernos creer que en caso de que surja la falta de armonía en la iglesia, se debe a ciertos miembros. Pero ¿qué sería lo que la ocasionara? El magnetismo animal, el enemigo común contra el cual hay que unirnos comprendiendo claramente que Dios es todo y que el mal no es nada. Hay que mantenernos firmes y unidos contra este enemigo impersonal.
El tercer punto que considerar respecto a la consagración individual es cuidar de reclamar el premio seguro que resulta de nuestra devoción a la Causa. Esto trae a mientes lo que le pasó a una practicista hace varios años cuando solicitó le ayudara otra practicista más experimentada en la Christian Science.
La practicista respetaba mucho la labor leal que desempeñaba la solicitante. Recurriendo a Dios atenta a lo que indicara en el caso, recibió el impulso de leer en alta voz ésto del libro de texto, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mrs. Eddy (pág. 203): “En la Ciencia del cristianismo, la Mente — la omnipotencia — tiene todo el poder, confiere un premio seguro a aquel que siembra la justicia y demuestra que la materia no puede curar ni enfermar, no puede crear ni destruir.” Y luego comentó la practicista: "Ahora es cuando debe usted reclamar este 'premio seguro' de quien obra con rectitud o ‘siembra la justicia.’ ”
A lo cual accedió inmediatamente la necesitada, respondiendo: “He reclamado ese premio para otros. En cuanto no lo he reclamado para mí misma, he dejado de ser fiel, pero aquí y ahora empiezo a reclamarlo para mí.” Y sanó instantáneamente.
Al reclamar confiadamente la victoria de la consagración contra las fuerzas del mal, recordemos que es tanto natural como recompensante tener siempre presente, con gratitud, la impregnabilidad absoluta de la demostración que de la Iglesia llevó a feliz término nuestra Guía. Como el practicista procura pensar menos en curar una enfermedad y más en revelar el hombre perfecto que el error trata de ocultar, así debemos consagrarnos a contemplar y apoyar la perfecta demostración de la idea verdadera de la Iglesia que nuestra Guía consumó.
Pregunta Mrs. Eddy: “¿Ha reaparecido la Verdad tal como la demostró Jesús?” Y se responde: “Estudiad la Christian Science, y practicadla, y sabréis que la Verdad ha reaparecido” (No y Sí, pág. 28). Así recalca nuestra Guía la obligación que tenemos de probar, mediante nuestra práctica devota, que la Verdad ha reaparecido. Por ser tan absoluta su consagración a la magna causa de la Verdad, Jesús podía declarar (Juan 14: 9): “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.” Ojalá puedan decir de cada uno de nosotros los que tengan trato con nosotros: “Por haber conocido a un Científico Cristiano, he visto prueba de la presencia del Padre.”
