Desde los albores de la historia inscrita hombres ha habido que han entendido a Dios lo suficiente para buscar en El ánimo y rumbo que seguir. Los Patriarcas y los Profetas se daban cuenta de Su majestad y de cuán cerca está. Dios le apareció a Abraham como el Todopoderoso, y a Moisés como YO SOY, el único Dios.
Con su relato de la primitiva búsqueda de la Verdad, la Biblia ha sido un faro para hombres y mujeres dados a pensar espiritualmente en las generaciones subsecuentes, ávidos de obedecer sus enseñanzas en las que han hallado fuerzas y promesas. Pero para algunos, sus enseñanzas han parecido confusas, y han juzgado que su mensaje era para tiempos ya idos más bien que para todos los hombres de todos los tiempos.
Muchos de nosotros agradecemos haber hallado en el libro de la Christian Science, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras,” una verdadera clave que en realidad nos aclara lo que dice la Biblia, dándonos mejor comprensión de su significado espiritual y de su aplicabilidad a todo lo hombre necesita. Este libro de texto, escrito por Mary Baker Eddy, no suplanta ni reemplaza la Biblia, sino que la dilucida y corrobora. La importancia de la Biblia para todo estudiante de la Christian Science la indica el primer Artículo de Fe en la página 497 del mismo libro de texto, que dice: “Como adherentes de la Verdad, tomamos la Palabra inspirada de la Biblia como nuestra guía suficiente para la Vida eterna.” Es el Verbo, la Palabra comprendida y demostrada, lo que cura al enfermo y destruye el pecado.
Un simple incidente sirve para ilustrar la relación que hay entre los problemas de nuestra experiencia diaria y la lección aprendida de un relato bíblico. En una ocasión, la que esto escribe se hallaba disgustada porque la opinión de una asociada con ella divergía de la suya sobre cierto asunto. Deseosa de conservar la armonía, la disgustada se sometió a lo que deseaba la otra, pero descuidó superar a su propia irritación sobre el particular. El mismo día comenzó a sentir síntomas de un resfriado. A la hora de acostarse comprendió que le urgía vencer tanto la discordancia mental como la física. Al principio, a su declaración de que Dios, la Mente divina, es Todo, sin incluir diferencias de opiniones ni amor propio ni voluntad humana, le resurgió su resentimiento. La mente mortal, fingiendo ser su propio modo de pensar, alegaba que su socia no debía de haber divergido con ella. Entonces le vino a las mientes el relato bíblico de Nehemías reconstruyendo el muro de Jerusalén. Recordó que habiendo emprendido la reconstrucción y el enemigo de Nehemías, Sanbalat, vió que proseguía, le mandó citar a que bajara al llano a hablar con él, pero Nehemías reconoció que eso era un ardid para impedir que prosiguiera la reconstrucción, por lo cual se rehusó a que lo distrajera de su trabajo.
La que esto escribe vió que también a ella le era posible rehusarse a alegar con el error sobre lo sucedido ese día. Cuando resolvió no abandonar su obra para bajar al nivel del error, cesaron las sugestiones erróneas. Entonces entendió claramente que ella construía un muro en realidad — reedificaba en su consciencia una defensa segura contra las sugestiones del amor propio y de la propia voluntad. Allí tenía a la mano sus materiales de construcción — humildad, gratitud y fe en la omnipresencia del bien. Con ellos se amuralló contra el temor y el desaliento, contra la apatía y la condenación de sí misma, contra toda sugestión de que el hombre puede en vez alguna separarse de Dios, el bien. Pronto se quedó dormida, y a la mañana siguiente no halló ninguna señal de resfriado y se sentía libre de toda impresión de resentimiento.
El autor de la Epístola a los Hebreos, tras de recontar lo que lograron hacer por la fe Abraham, Isaac, Jacob y Moisés, dice (11:32): “¿Y qué más diré? porque me [faltaría] el tiempo para hablar de Gedeón, de Barac, de Sansón, y de Jefté, de David también, y de Samuel, y de los profetas.” Así le faltaría tiempo a los Científicos Cristianos para enumerar los pasajes bíblicos que les han servido mucho.
Jesús hablaba con frecuencia de los Sagradas Escrituras. Cuando un doctor de la ley le preguntó cuál era el gran mandamiento de la ley, Jesús respondió en una forma que mostraba su familiaridad con el Antiguo Testamento (Mateo 22:37–39): “Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todo tu entendimiento. Este es el primero y el grande mandamiento. Y el segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Estos dos mandamientos incluyen, en esencia, todo el Decálogo, así como el Primer Mandamiento, obedecido, nos libra del mal en todas sus fases.
Dice Mrs. Eddy en Ciencia y Salud (pág. 340): “El Primer Mandamiento es mi texto favorito.” La Christian Science nos ordena obedezcamos este mandamiento en un sentido más elevado que nunca, reconociendo a Dios como la única Mente, Vida y Principio, y por tanto, la causa única, el solo creador cuya creación es completamente espiritual; el solo Padre y Madre de todas las ideas espirituales que pueblan el reino de la Mente. Con su lógica divina, la Christian Science se rehusa a deshonrar a Dios atribuyendo al mal poder, presencia o realidad. Acepta como verdadero sólo lo que proviene del Espíritu, y niega que el hombre tenga su propia mente independiente o una vida aparte o fuera de la Mente divina.
Asimismo la Christian Science facilita entender y obedecer más el segundo mandamiento que indicó Jesús de amar a nuestro prójimo como a uno mismo. Marca la diferencia claramente entre el falso sentido de la personalidad y el reconocimiento del hombre como reflejo individual de Dios. Cuando nos conocemos correctamente a nosotros mismos y a nuestro prójimo, no podemos ni criticar a otros ni condenarnos a nosotros mismos.
Las promesas de la Biblia se cumplen en nuestra experiencia cuando obedecemos los mandamientos. Dios declaró a los hijos de Israel, por mediación de los profetas, que estaría con ellos en sus tribulaciones; que les daría una heredad y que los guiaría en su senda. El Salmista describió a Dios, con frases resplandecientes de fe y esperanza, como un refugio y fuerza, como un gran Rey, como una roca y fortaleza, y como un roca y fuerza, como Pastor que vigila.
Con ternura más profunda aún, Jesús nos trajo el concepto de Dios como Padre amoroso, y probó que la comprensión de que Dios es Amor cura al enfermo y borra toda impresión de pecado. El reclamó ser Hijo de Dios, haciendo valer sus derechos como tal, y declaró que todos harían las obras que él hacía, dominio mediante la destrucción de cuanto no sea semejante al bien.
Cuando leamos el capítulo noveno del Evangelio según Mateo en el que se relata la curación de un paralítico, podemos recordar que al leer ese pasaje sanó instantáneamente nuestra Guía de los efectos de un accidente que su médico había declarado fatal. Pero todavía tenía que aprender ella cómo se había efectuado su curación. Hablando de sus indagaciones en busca eso a lo cual dedicó los tres siguientes años, nos dice en Ciencia y Salud (pág. 110): “Para seguir estas indicaciones de la revelación científica, la Biblia fué mi único libro de texto. Las Escrituras se iluminaron; la razón y la revelación se reconciliaron, y después la verdad de la Christian Science fué demostrada.”
Mrs. Eddy probó que la Biblia es nuestra guía, no hacia algún cielo remoto o futuro, sino a la percepción de la presencia de Dios aquí y ahora. Alumbra nuestra senda que lleva de las tinieblas de los sentidos materiales a la comprensión de lo espiritual y eterno. Es, como dice un himno (No. 251 del Himnario de la Christian Science): “brújula y carta” por las que viajamos hacia el Espíritu:
Verbo de Dios, el Padre,
tú eres divina guía
que en todas partes abre
la luz de Eterno Día. Brújula carta eres
que llevan al Señor; ¡Verbo viviente eres,
Oh Cristo, el Redentor!
