Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Nunca cesaré de dar gracias a Dios por...

Del número de julio de 1956 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Nunca cesaré de dar gracias a Dios por haberle revelado a Mary Baker Eddy la Ciencia del Cristianismo. Por muchos años he venido experimentando y presenciando muchas curaciones.

Mi primera curación fué de quemaduras graves. Tenía unos tres años yo cuando, reculando para arrastrar un juguete mío, caí en una tina de agua hirviendo. Mi madre llamó a un doctor que dijo que yo no pasaría toda esa noche viva, por tener toda mi espalda quemada de gravedad. A lo cual mi madre telefoneó a mi tía, una Científica Cristiana que había recibido instrucción facultativa, solicitando su ayuda. Mi curación que siguió fué una gran sorpresa para el doctor cuando lo supo, y desde entonces comentaba sobre eso cada vez que me veía.

Al principio, mi padre se oponía amargamente contra la Christian Science, pero a una hora de gran urgencia recurrió a la literatura que de esta Ciencia encontró en una caja de distribución pública en una estación de ferrocarril. Su necesidad quedó satisfecha y desde entonces se volvió sincero estudiante de la Ciencia y miembro activo de una iglesia.

Mi madre sanó de cáncer después de deshauciada por los médicos. Recibió tratamiento en ausencia de una practicista de la Christian Science que le escribió con referencia a otra señora que había sanado casi instantáneamente de cáncer por todo el cuerpo. La practicista le preguntó a quién odiaba. Esa señora le contestó que odiaba a todos y todas las cosas. La practicista le respondió que no podía realmente odiar ni en lo mínimo puesto que Dios es Amor y ella era la expresión de ese Amor. Mientras de eso le hablaba, la enferma se durmió, y cuando despertó encontró que ya había quedado sana. Cuando mi madre había pensado en todo eso por cierto tiempo, dijo que si esa mujer había sanado de muchos cánceres, ella ciertamente que podría sanar de un cáncer. Al despertar la mañana siguiente ya se le había desprendido la protuberancia cancerosa quedando mi madre completamente sana.

A mí me ayudó la Christian Science desvaneciendo el temor que yo tenía cuando me iban a examinar de física en la escuela secundaria a que asistía. El resultado fué que yo terminé ese examen antes que el resto de la clase y me adjudicaron la más alta calificación. Además, ya no tropecé con ninguna dificultad en mi estudio de esa materia, no obstante haber sacado calificaciones de lo más bajo anteriormente, a pesar de estudiar yo más esa materia dedicándole más tiempo que a todas las otras asignaturas conjuntamente. Entre las curaciones físicas de que he sido objeto se cuentan las de diviesos o furúnculos, verrugas que crecían hacia adentro en las plantas de mis pies, catarro, influenza, una hinchazón dolorosa en una quijada y otras cosas que logré vencer sin saber de cierto cómo se llamaban.

Estoy realmente agradecida de que mis hijos hayan concurrido a la Escuela Dominical desde muy temprana edad. Bien podría llenar un libro relatando los casos de protección y auxilio que hemos tenido, confiando en la Christian Science. Provisión, casa y empleo se nos han suministrado. Enfermedades de la infancia, dolores de oídos y dificultades para oír han sido curados. Desavenencias en las relaciones humanas han sido vencidas y he gozado de exención de todo temor y congoja al criar a mi familia.

La instrucción facultativa de la Ciencia y la oportunidad de enseñar en la Escuela Dominical me han bendecido sobremanera. Nuestra literatura admirable me ayuda a trabajar en favor de la situación mundial y de toda la humanidad, además de traerme artículos que leer aplicables a toda necesidad mía. No puedo terminar sin expresar mi agradecimiento por la ayuda amorosa de nuestros muchos practicistas consagrados. —

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / julio de 1956

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.