Mi gratitud por las bendiciones que he recibido y mi deseo de ayudar a otros como a mí me han ayudado, me inducen a prestar aliento a los que busquen su curación en la Christian Science. Mi primera curación mediante esta Ciencia ocurrió hace unos quince años, después de haber fracasado toda la habilidad médica. Me habían operado por lo que los doctores creían que era tumor en la vesícula biliar pero que resultó ser cáncer interior. Y ellos no les dieron esperanza de que sanara ni a mi familia ni a mis otros parientes. Me llevaron a casa de mi madre en otro estado, a que esperara el fin, por cuanto yo creía.
Al saber del aprieto en que me hallaba, una prima amorosa le escribió a mi madre recomendándole probáramos la Christian Science. Mi madre llamó a una vecina que sabía era estudiante de la Christian Science y le preguntó si me podía ayudar. ¡Y qué amablemente accedió a la súplica! Con ternura y paciencia cambió el rumbo de mis pensamientos de la enfermedad a la comprensión de que Dios es la Vida, la Verdad y el Amor. Seis semanas después, acostada yo en mi cama meditando esa verdad, de súbito me pareció que toda mi recámara se había iluminado, y yo supe entonces que ya estaba sana. Nunca dejaré de agradecer el esclarecimiento espiritual que me advino con esa bella curación. Al mismo tiempo experimenté mi curación de uno de los miembros de mi cuerpo que se me había dañado desde mi infancia. Ambas curaciones han sido permanentes.
He tenido muchas otras curaciones en estos últimos quince años desde que empecé a estudiar la Ciencia, entre ellas resfriados, quemaduras y efectos de accidentes. He vencido defectos de carácter con el resultado de que nuestro hogar es más feliz. Animales domésticos, incluso ganado de hacienda, han sido curados. Muchas de las curaciones han sido el resultado de mi propia compresión de la Ciencia; otras se han debido a la ayuda de la misma amiga amable que me curó al dar con la Christian Science y que desde entonces se ha recibido de practicista profesional.
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