A un artista bien conocido que andaba de visita por Europa le impresionó extraordinariamente cierta catedral por su belleza, y decidió hacer un grabado al agua fuerte de ella. Estos grabados se hacen trazando líneas o rasgos en una placa de metal adecuadamente curada, empleado para ello un buril punteagudo. El trabajo requiere esmerada observación de parte del artista y dominio de sí mismo al trazar cada rasgo en su atinada correlación con todos los demás.
Cuando el artista terminó su cuadro, la placa en que lo hizo recibió un tratamiento químico. Luego se sacaron impresiones de esa placa y se pusieron en venta al público, que ha admirado su belleza. El artista dedicó muchas horas de trabajo paciente y cuidadosamente a la producción de este grabado al agua fuerte.
Una noche un Científico Cristiano fué a visitar a unos amigos suyos llevando consigo algunas obras de arte que mostrarles, entre ellas el grabado antedicho de la catedral impresionantemente bella. Una joven que allí estaba también de visita contempló ese grabado con mucho interés. Había sido víctima de un accidente que la había dañado gravemente y estaba recibiendo tratamientos de la Christian Science. Pero parecía recobrar su salud lentamente y eso la desalentaba un poco.
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