Noé era un hombre bueno. El que escribió su biografía afirma que él "andaba con Dios" (Génesis 6:9). Por cuanto sus pasos los daba de acuerdo con Dios, él poseía la previsión necesaria para salvar a su familia del diluvio devastador. Noé tenía una certeza sincera y cándida de que se hallaba imortalmente seguro en Dios. Este reconocimiento le dió sabiduría para construir el arca que les preservó la vida.
Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Christian Science, define "arca" en estas palabras en "Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras" (pág. 581): "Seguridad; la idea o el reflejo de la Verdad, demostrado ser tan inmortal como su Principio; el entendimiento del Espíritu, destruyendo la creencia en la materia." La consciencia de hallarse seguro en Dios cuando con El andaba y platicaba, constituía la infalible especificación, o plan, que guió humanamente a Noé a que construyera el arca navegable que había de alojar a su familia con seguridad.
"Noé era varón justo y perfecto entre sus contemporáneos," se nos dice. Su sensación de que Dios se encontraba cerca era tan clara que el diluvio no le causó daño. Lo que Noé realizó indica o muestra la ley del Amor que es Dios, que rige imparcialmente para todos los que lo y obedecen. Es un ejemplo demostrativo del método protectivo que cura y salva según se enseña y se ejerce en la Christian Science. Noé acudió a Dios natural y consecuentemente con expectante confianza en que Dios lo guiaría. Es indudable que Noé ha de haber mantenido habitualmente su pensamiento sintonizado en armoniosa comunión con Dios. Era su consciencia de hallarse cerca de Dios lo que lo habilitó para escuchar, entender y luego traducir a humana acción la sabiduría que Dios le impartía respecto a la seguridad y ser eterno.
La gente de aquellos tiempos de Noé estaba abismada en la maldad. Creían en la realidad y el poder de la materia y del mal. Tan encallecidos estaban por el pecado que se hallaban sordos a las ideas espirituales que emanan perpetuamente de Dios. Lo único que oían era el eco de su propio mal. Tenían el derecho de oír la voz de la sabiduría divina y así salvarse, pero preferían no oírla.
¿Qué oía Noé? ¿Estaba consciente de alguna voz material instándolo a que construyera una nave material para salvar su casa humana? No. El estaba consciente de la presencia de Dios. Su relación para con Dios y su ingenua confianza en El lo rendían claramente consciente de la sabiduría y seguridad divina que lo capacitaron para pensar y obrar en armonía con Dios. Para Noé, la voz de Dios era una sabiduría interna que lo instruía con cuidado y precisión.
Declara Mrs. Eddy (Ciencia y Salud, pág. 263): "Cuando el hombre mortal una sus pensamientos de la existencia con lo espiritual y obre únicamente como Dios obra no andará más a tientas en las tinieblas, ni se apegará a la tierra por no haber gustado el cielo." Noé había combinado en cierto grado sus pensamientos de la existencia y de la seguridad con lo espiritual. Sus pensamientos eran puros y reflejaban sabiduría. Como tales, formaban parte del impulso divino que sirvió para excluir de su vida los males que llevaban a la destrucción. El estaba suficientemente preparado espiritualmente para hacer humanamente todo lo necesario para aproximarse a la seguridad divina y así poder salvar toda su familia.
Quien anda con Dios vive en armonía con Sus estatutos divinos, norma su conducta conforme a las demandas del Espíritu y se porta bien y sabiamente. La humanidad tiene para guiarse el ejemplo de los profetas de mente espiritualizada y el de Cristo Jesús. Declara Mrs. Eddy en Ciencia y Salud (pág. 192): "Andamos en las huellas de la Verdad y el Amor siguiendo el ejemplo de nuestro Maestro en la comprensión de la metafísica divina."
Muchos se vuelven a Dios cuando las discordancias se les atraviesan en su senda, y si su decisión de confiar en El es genuina y sincera, se Pero benditos los que guardan el paso con Dios consecuentemente tanto en tiempos de armonía y bienestar, como en tiempos de angustia. Moisés exhortaba a los israelitas (Deuteronomio 5:33): "En todo el camino que os ha prescrito Jehová vuestro Dios, andaréis, a fin de que viváis, y os vaya bien, y prolonguéis los días en la tierra que vais a heredar."
Cuando uno se ve atacado por alguna especie de peligro, enfermedad, pecado, pena, desdicha o la muerte, ese trance no es sino una indicación de que ha dejado de andar con Dios en algún respecto. En el grado en que establezca uno su correcta relación para con Dios, el error y sus consecuencias se desvanecen y entonces reina la armonía espiritual.
Un Científico Cristiano que se encontraba lejos de su hogar se vió anonadado por una sensación de soledad, infelicidad y desesperación. Se volvió a Dios en oración para averiguar en qué sentido había dejado de andar con El, y se le reveló que había dejado de alabar a Dios por Su bondad y por lo tanto, no estaba aunando sus pensamientos con las verdades espirituales del ser. Entonces dedicó varias horas a glorificarlo por Su bondad y por Sus dones admirables. Mientras más alababa a Dios, más se le restauraba su tranquilidad hasta que su discordante estado de ánimo quedó eliminado por completo. Esa labor de restablecimiento de su relación hacia Dios dió por resultado que él siguió viajando más desahogada y felizmente. Por lo menos, dos días después lo protegió contra un huracán. Un apresuramiento inesperado de sus planes y con el cual no contaba, lo llevó a su destino preciso antes de que el servicio del ferrocarril quedara interrumpido. En tal situación, él había aceptado las ideas de Dios de bondad y unión, ideas que espontáneamente se le tradujeron en sensatas decisiones humanas que lo protegieron adecuada y oportunamente.
Sea cual fuere nuestro problema, se solucionará si andamos con Dios. Andamos con Dios cuando estamos habitualmente conscientes de Sus cualidades espirituales, tales como la seguridad, salud, sabiduría, y pureza. Cuando un peligro nos amenaza, si andamos con Dios hallamos a la mano la idea salvatriz que nos arrebata de caer en sus garras. Si se asoma la enfermedad, la salud que la contrarresta, la idea espiritual, el Cristo, la Verdad está realmente ya en nuestra consciencia para curarla. Quien con Dios anda camina seguro, con salud y armonía. Con las cualidades absolutas de Dios en nuestro estar consciente, uno está preparado para andar cada instante por un seguro camino de concordancia. Se conoce a sí mismo como reflejo perfecto de Dios espiritual que mora en el Amor celestial.
La Christian Science insta a todos a que anden con Dios aceptando a Cristo como el Salvador que cura y redime y como un constante compañero. Nadie necesita apartarse de Dios y sufrir las consecuencias, pero si alguien a propósito o inopinadamente se aleja de Dios, siempre encontrará una senda por la cual regresar, una idea en su consciencia dispuesta a salvarlo. La mano de Dios siempre está cerca. Dice Pablo (Gálatas 5:16): "Andad según el Espíritu, y no cumpliréis los deseos de la carne." Sí, "andad según el Espíritu" y la supuesta penalidad que engendra la creencia en la ausencia de una idea espiritual esencial y salvadora, no os podrá tocar.
Quien anda "según el Espíritu" reconoce la existencia espiritual como su único ser, el Amor divino como su único amor y la salud espiritual como la única verdad de su ser. Así, en íntima comunión con Dios, esta consciencia de la siempre presencia de todas las ideas correctas provee a cada uno la misma salvación y protección de que Noé disfrutaba porque "andaba con Dios."
