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Con profunda gratitud presento este testimonio...

Del número de octubre de 1957 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Con profunda gratitud presento este testimonio con la esperanza que pueda inspirar a otros a encontrar en la Christian Science la respuesta práctica siempre a mano para todos los problemas. Siempre fuí considerada en mi niñez como débil y enfermiza. Y sólo cuando me convertí en adulto respondí a la invitación de la Biblia que nos dice (Ezequiel 18:32): "¡Volveos pues, y vivid!" La aceptación de la Christian Science fué para mí un instante de completo cambio, una confianza sin reservas en la totalidad de Dios tal como nos la presenta nuestra venerada Guía, Mrs. Eddy, en Ciencia y Salud. A pesar de que previo a este tiempo había pasado mucha de mi vida guardando cama, durante los sucesivos vientiocho años ni un solo día fué pasado de ese modo.

Desde la infancia sufría de una afección al oído que se repetía resultante en un acumulamiento excesivo de cera en el oído con períodos de sordera. Hace un tiempo este disturbio volvió a manifestarse. La sugestión se me presentó que si sólo hubiera tenido la jeringa que usaba cuando joven para quitarme la cera me vería libre de la sordera. Inmediatamente corregí esta insinuación con la gozosa comprensión que tenía en vez a Dios ayuda. Plácidamente me dormí y cuando desperté pude oír con claridad y nitidez. Así ha permanecido desde entonces, un hecho que prueba que el oír es una habilidad mental.

Un tumor que había tenido en la planta del pie desde mi juventud desapareció hace unos dieciocho años. Alguien me dijo en esta ocasión que su hija había sido operada de ese mismo disturbio y me preguntó si había oído yo de tal cosa como un tumor en el pie. Me disponía a decir, "Si, yo tengo también uno allí," pero inmediatamente me contuve viendo que esta era una oportunidad para negar el error reclamando la identidad del hombre como totalmente espiritual y divina. Toda la tarde lo pasé regocijando en la verdad que no existe ningún otro crecimiento que el espiritual ni otra operación que aquella de la verdad en la consciencia del individuo. Aquella noche al retirarme a reposar vi que el tumor había desaparecido; no ha vuelto jamás a reaparecer.

Antes de ausentarme de California para venirme a Honolulu tenía muchos problemas que solucionar concerniente a propiedades que aparecían casi sin solución. Me puse sumamente nerviosa pues me aflijían en sumo grado. Un día fuí repentinamente atacada por agudos dolores internos. No pude ni tan siquiera abrir el libro Ciencia y Salud por Mrs. Eddy, pero recordé estas palabras en la página 224: "Ningún poder puede resistir al Amor divino." Me dispuse a escuchar y éste fué el pensamiento que me vino: De buena gana y gustosamente relego mis posesiones al Amor.

Fuí inmediata y completamente curada. Me levanté enseguida, caminando alrededor de la pieza con regocijo y repitiendo las palabras que mencioné anteriormente. Entonces comprendí que debía desprenderme de las falsas posesiones tales como la duda, el temor y el modo de pensar materialista y que sólo poseía la Mente “que estaba también en Cristo” tal como lo declaran las Escrituras (Filipenses 2:5). Mrs. Eddy nos dice The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany (La Primera Iglesia Científica de Cristo, y Miscelánea, pág. 192): “No te jactes, tú el redimido del Amor divino, pero avanza posesionarte de la bienaventuranza sin carga.” Siempre he quedado agradecida que no me sentí tentada a tratar de hacerle algo a la materia o con ella o por ella, para aliviar mi sufrimiento. El problema probó ser enteramente mental, a pesar de que aparecía ser físico. Por añadidura todos los ajustes concernientes a las propiedades se hicieron rápida y armoniosamente y pronto me hallé en viaje.

En estos tiempos cuando están apareciendo tantos de los tal llamados sistemas mentales de cura, mi corazón reboza de gratitud por nuestra Guía, Mrs. Eddy, que nos proporciona la comprensión de la Mente, escrita con “M” mayúscula. Estoy en verdad agradecida por la Christian Science, por ser miembro de La Iglesia Madre y de una iglesia filial, por el gran privilegio de haber recibido instrucción en una clase autorizada y por el gozo de poder servir en el movimiento de la Christian Science.

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