Recientemente tuve ocasíon de presenciar un bello suceso que después me dió mucho en que meditar. Consistía en contemplar y observar de cerca un girasol que crecía en un prado frente a mi casa. Crecía silvestre y sin que lo quisieran; pero como persistía libre y resuelto a hacer valer su derecho a existir, lo dejaron que creciera pues. Una tormenta rugió y azotó casi continuamente por días enteros. Ráfagas de viento saciaron su furia en todas direcciones sobre el girasol, doblándolo de uno a otro lado. Parecía que ponían a prueba reciamente severa la estabilidad y firmeza de la planta.
El tallo, probablemente cosa de dos metros de alto y coronado con enorme flor, siempre se doblaba con la tormenta. Se mecía de un lado al otro al empuje del viento, enderezándose cuando el viento se aquietaba por instante, sólo para azotarlo de nuevo al instante siguiente otra ráfaga forzándolo a doblarse pero no a quebrarse. Las hojas de la planta se abrían y se cerraban como alas al vaivén de la racha.
Eso que yo observaba me hizo comprender las palabras del Maestro (Mateo 5:39): "Yo os digo que no hagáis resistencia al agravio." Si el girasol hubiera ofrecido resistencia a lo que tanto lo agravaba, no hubiera sobrevivido a la tormenta. Esta no le hizo daño. ¿No nos mostramos a menudo temerosos, indoblables rígidos cuando afrontamos o nos azota alguna situación que parece alarmante? ¿No olvidan con frecuencia los hombres que no corren peligro si reconocen con humildad que están a una con Dios, y que El los sostendrá incólumes?
La Christian Science nos enseña que Dios es Todo y que el mal no es nada. No hay elemento destructivo en el bien, en lo que es divino. Lo bueno, el nunca puede ser atacado ni su substancia sacudida o abatida. La Vida, que es Dios, es buena. Luego la Vida no es destructible. Aun durante el más severo ataque del mal, no hay que temer nada. Si estamos convencidos de que el bien es todo, seguros nos hallaremos en Aquel que es nuestra Vida eternamente. Puesto que el mal, el error, no es bueno, lleva dentro de sí su propia destrucción. Por tanto, en realidad el mal no es nada, carece de ser y en consecuencia nada experimenta ni hace experimentar nada a nadie. Si cuando nos veamos atacados, afirmamos sin cesar que Dios es Todo y que el mal no es nada, saldremos del trance que parezca tribulación, triunfantes, como los tres jóvenes hebreos salieron inmunes del fiero horno de fuego ardiendo.
Nuestro Maestro, Cristo Jesús, enseñó que el camino hacia el Padre, la manera de entender mejor a Dios, está en vencer constantemente los sentidos materiales. Esto es lo que se entiende por tomar la cruz si uno ha de ser un discípulo verdadero. Las pruebas con que nos encontramos en el camino no deben resistirse como realidad sino, sabiendo que no son nada, hay que vencerlas con Verdad y con Amor, fundándonos en la irrealidad del error. Esto es lo que Jesús enseñaba.
Nuestra actitud no debe ser nunca de ceder al error o someternos a él, sino de victorioso vencimiento. La Christian Science nos enseña a ejercer dominio sobre el error, no sumisión, mediante el poder que nos imparte nuestra comprensión de Dios.
Hablando de las pruebas por que atravesamos, dice el apóstol Pablo (Romanos 5:3, 4): "Nos gloriamos también en nuestras tribulaciones; sabiendo que la tribulación obra paciencia; y la paciencia, prueba de fe; y la prueba de fe, esperanza." Regocijándonos o gloriándonos en las tribulaciones no quiere decir que éstas vengan de Dios. Pero hay que considerar las aflicciones como una oportunidad para demostrar nuestra identidad verdadera y nuestra inviolable unión con Dios o nuestro ser uno con El. Mediante nuestra fidelidad y firme adhesión a Dios y Su idea, hacemos de la adversidad una ocasión para triunfar sobre el mal y para glorificar a Dios.
De esta manera aprendemos a utilizar nuestras armas espirituales y a probar su poder invencible. De cada ataque del error salimos así más fuertes y más libres, con más amorosa comprensión de nuestros semejantes, dotados de más humildad y cada vez más capaces de habérnoslas con toda emergencia como sus vencedores. Entonces entendemos bien estas palabras de Mary Baker Eddy en "Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras" (pág. 66): "Las pruebas son señales del cuidado de Dios."
En la página 152 de sus Miscellaneous Writings (Escritos Diversos), nuestra Guía habla de la necesidad que tienen sus adictos de humildad y amor a fin de que produzcan los frutos de la Ciencia. Y dice: "Fundados así en la roca de Cristo, cuando la tormenta y la tempestad se estrellen contra esta fundación segura, vosotros, amparados tan seguramente en la torre fuerte de la esperanza, fe y Amor, sois los polluelos de Dios; y El os esconderá bajo sus plumas hasta que pase la tormenta. En Su asilo del Alma no entra ningún elemento terrenal que eche fuera a los ángeles, que acalle la intuición correcta que os guíe al hogar con seguridad."
