Cuando la Christian Science me fué presentada pasaba por momentos muy difíciles. Me sentía muy sola y sin esperanzas para el futuro. Sin embargo la mano de Dios estaba allí para darme su ayuda y dirección, y para arrebatarme de la desesperación en que había caído. Todo esto lo hizo Dios cuando me guió a la Christian Science.
No tenía hogar y necesitaba urgentemente un techo bajo el cual vivir. Muy armoniosamente se me proveyó de alojamiento. Hallé mucha bondad, amor y aliento entre los miembros de la iglesia filial de Cristo Científica a la cual asistía y de la que ahora soy miembro. La amistad que allí se me ofreció fué un gran consuelo para mí.
Por medio del estudio de la Christian Science he sido sanada de dolor de garganta de lo que había sufrido a menudo antes de saber la verdad, también he sido divinamente protegida. Entre los ejemplos de protección desearía mencionar el siguiente. Un día mientras hacía hervir agua para el lavado oí varias explosiones y vi que el caño de gas de la estufa estaba en llamas. Inmediatamente y sin temor alguno cerré la llave de fuente antes de que el peligro se hiciera más grave. Durante esa mañana había estado pensando en el himno de Mrs. Eddy, “Oración vespertina de la madre” (Himnario de la Christian Science, No. 207). Esto me había rendido especialmente consciente de la omnipresencia de Dios; de manera que en el momento de emergencia me vi libre del temor.
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