¿Puede haber algo más bello que el orar con sinceridad y con un deseo honesto de crecer en gracia y luego observar el desenvolvimiento de la gracia? Siempre se revela en hermosura y bondad naturales en nuestra experiencia diaria. De Cristo Jesús se dijo que “avanzaba en sabiduría y en favor con Dios y los hombres” (Lucas 2:52). El verdadero crecimiento es gobernado por la inteligencia divina. Es una expresión o manifestación espiritual de Dios con nosotros.
En el Glosario de “Ciencia y Salud con Clave de la Escrituras” por Mary Baker Eddy hallamos esta definición (pág. 583): “Cristo. La divina manifestación de Dios, que viene a la carne para destruir el error encarnado.” Tenemos esta “divina manifestación de Dios” siempre con nosotros, y el ministerio sanador de la Christian Science se basa sobre ella. A medida que percibimos la presencia o manifestación eterna del bien, esta desaloja al error de la experiencia humana, y así probamos que la presencia de Dios está siempre a la mano y es efectiva para sanar, elevar y fortalecer. Nuestra necesidad es entonces mantener receptivo, sincero y humilde nuestro pensamiento para así poder demostrar la omnipresencia del bien en nuestras vidas.
En cierta ocasión una mujer llamó a un practicista de la Christian Science y le pidió ayuda. Le dijo que tenía varias verrugas muy feas en las manos. Le dolían, y el trabajo de escribir a máquina se le hacía sumamente difícil. El practicista al momento le habló de la pureza y la totalidad del Espíritu y le rogó que no diera ni localidad ni actualidad en su consciencia a algo que fuese desemejante a Dios. Se contempló sólo el pensamiento de la belleza, la gracia, la simetría, la hermosura espirituales, y la perfección de la Mente y su expresión inmortal fueron percibidas como la única realidad.
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