¿Puede haber algo más bello que el orar con sinceridad y con un deseo honesto de crecer en gracia y luego observar el desenvolvimiento de la gracia? Siempre se revela en hermosura y bondad naturales en nuestra experiencia diaria. De Cristo Jesús se dijo que “avanzaba en sabiduría y en favor con Dios y los hombres” (Lucas 2:52).
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