Cuando por primera vez me interesé por la Christian Science me hallaba sufriendo de una afección a un ojo. Una partícula de polvo se me había entrado en un ojo, ultimando en una infección. Esto me dejó tan temeroso del polvo que cada vez que se me entraba en el ojo iba al oculista para que me lo extrajera. Lo visitaba tres veces a la semana.
Fué entonces que comencé a asistir a los servicios que oficiaba una agrupación de Científicos Cristianos, pidiendo prestado el libro “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mary Baker Eddy. Más tarde empecé a estudiar las Lecciones-Sermones en el Cuaderno Trimestral de la Christian Science. Mis visitas al oculista se hicieron más infrecuentes, hasta que una noche ni tan siquiera fui para que me extrajera el polvo. La molestia que sentí en aquella ocasión era muy fastidiosa, mas después que hube leído la lección, el ojo me lloró profusamente con lo cual la partícula de polvo fué expelida.
Esta experiencia acabó con la necesidad de visitar al oculista y aumentó enormemente mi interés por la Ciencia. Me convertí en miembro de La Iglesia Madre y más tarde en Primer Lector de esa agrupación de Científicos Cristianos.
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